El infarto en la mujer se puede confundir con una digestión pesada y avisa días antes

Una mujer que sufre un infarto puede no tener tanto dolor en el pecho y en el brazo (como los hombres) y en cambio sí un malestar general indefinido y problemas digestivos que se pueden confundir, por ejemplo, con una digestión pesada.

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Corazón

Cuando bajan los estrógenos, las grasas se acumulan más fácilmente en las arterias, y esto pone en riesgo la salud cardiovascular. 

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En los últimos años ha ocurrido algo positivo en la percepción de las mujeres y su riesgo cardiovascular: ya son mucho más conscientes de que el riesgo de sufrir un infarto es similar al que tienen los hombres (tiempo atrás había un pensamiento casi generalizado de que era una dolencia masculina). Esa nueva percepción es un gran paso adelante porque promueve el autocuidado; pero aún queda mucho por hacer.

  • Los estudios clínicos también han mejorado en ese aspecto, ya que ahora sí se tiene en cuenta a la población femenina. Hasta hace no demasiado tiempo las investigaciones (tanto si estudiaban cómo quedaba afectado el corazón como si analizaban la eficacia de fármacos y otras terapias) se hacían en poblaciones predominantemente masculinas… y luego se aplicaban los resultados a ambos sexos pese a las evidentes diferencias entre ellos. 
  • Y aún hemos dado un paso más para atender mejor a la persona que sufre una patología cardiovascular: actuamos en fases más precoces –antes de que se dé un infarto grave y quede una huella permanente en el corazón y en las arterias– porque disponemos de pruebas de imagen que nos dan muchísima información sobre cómo está el corazón. Además, ahora aplicamos lo que llamamos investigación traslacional, que implica que los científicos más básicos y los clínicos (más cercanos a lo que está experimentando el paciente) intercambian información. Esto es fundamental y, al final, quien se beneficia es el paciente desde el minuto uno que entra en la clínica.

Así se puede dañar el corazón femenino

Centrándonos en el corazón femenino y en la posibilidad de tener un infarto, conviene explicar por qué el riesgo aumenta una vez que tenemos la última menstruación y nos adentramos en la etapa menopáusica. 

  • Tener o no estrógenos marca un límite bien definido.La relación entre los estrógenos, que nuestro cuerpo produce hasta más o menos los 50 o 52 años, y la salud del corazón todavía es desconocida para la Ciencia. La manera exacta cómo esta hormona nos protege no se conoce aún. Cuando se ha investigado el potencial beneficio de dar estrógenos, los resultados han sido contradictorios o poco claros. Pero sí sabemos que tiene mucho que ver con la forma de metabolizar las grasas y el uso que hace el cuerpo de los niveles elevados de colesterol LDL, el que popularmente se conoce como “malo”. Mientras hay estrógenos en el cuerpo, las paredes arteriales están protegidas de esos lípidos y también de otras grasas, los triglicéridos, así como del exceso de glucosa. Y hay menos probabilidades de que se acumule y estreche el calibre de esa arteria. 
  • A veces, hay infartos “diferentes” en la mujer a causa de la diabetes. En la mayoría de los casos, el infarto se produce –en hombres y en mujeres– por una obstrucción, un taponamiento, en una de las arterias grandes, que llamamos arterias epicárdicas. Pero en ocasiones la mujer sufre en mayor medida otro tipo de infarto. Es lo que llamamos enfermedad microvascular y ocurre que no queda taponada u obstruida una arteria grande sino una muy pequeña. Sabemos que pasa, sobre todo, en mujeres que tienen diabetes.

Cómo reconocer un infarto en la mujer

El infarto suele avisar unos días antes.En muchas ocasiones, los días previos se notan molestias que, aunque poco específicas, se repiten. Suele ser un malestar general, sudoración, episodios de falta de aire… Hay que darle importancia y consultarlo con el médico porque puede ser el aviso de que se ha producido un cierre incompleto de la arteria y de que el corazón está sufriendo. Si esa persona se trata en ese momento, se puede evitar el cierre completo de la arteria.

  • Cuando ya se produce el infarto es habitual notar más de un síntoma. Suele aparecer dolor intenso y persistente en el pecho, como si hubiera una losa encima. Si además duele la muñeca izquierda (en ocasiones irradia al cuello o a la espalda) o el dolor se nota en la boca del estómago y hay dificultad para respirar (disnea) y no desaparece, hay que llamar a una ambulancia o acudir a un servicio de urgencias, si es posible antes de que pasen 5 o 10 minutos (desde que se inicia el infarto hasta que se produce un daño irreversible del corazón pasan unas 6 horas). 
  • La pista más clara en la mujer suele ser la sudoración y la falta de aire. Los dolores en el estómago o en la muñeca pueden ser frecuentes y deberse a otras causas. Precisamente por eso, la mujer lo tiene más complicado para saber si el origen está en el corazón. Pero si se acompaña de sudor, mareo o ahogo (falta el aire), el cuerpo avisa de que no es algo pasajero.
  • Es fundamental acudir cuanto antes al médico porque el tiempo que tardemos los médicos en reabrir la arteria dañada, obstruida, es lo que va a determinar cómo se recuperará esa persona y la cicatriz –el daño– que quede en el corazón. Sin embargo, muchas mujeres van muy tarde al hospital –de media tardan 237 minutos– porque piensan que las molestias no son importantes. Tratarlas en las primeras horas desde el inicio del infarto facilita poder salvar muchas células cardiacas.
  • Los nuevos tratamientos están adecuados a la mujer. Tradicionalmente, a la mujer que ha sufrido un infarto se la ha tratado con cierto paternalismo: quizá se pensaba que era más frágil y que no soportaría altas dosis de medicación o un cateterismo. Hoy en día eso se ha corregido y ajustamos mejor la medicación para darle lo que realmente necesita y que pueda tener una buena recuperación.

Las visitas al médico tras recibir el alta

Los especialistas insistimos en que es fundamental que la mujer que ha sufrido un infarto no se salte los controles médicos una vez que deja el hospital. La acumulación de obligaciones diarias puede llevar a no cumplir con ellos. 

  • Siempre hay que ajustar la dosis. Tras dar el alta a la paciente recetamos una cantidad pequeña de medicación porque, entre otras cosas, la presión arterial suele estar afectada, pero esa dosis se deberá ajustar más tarde. Conforme la mujer se va recuperando del infarto, esa presión arterial que había bajado puede volver a subir y es necesario aumentar la dosis de medicación. Si eso no se hace, la mujer puede estar tratada de forma inadecuada.

El estilo de vida que más nos protege

Conviene tener claro que cada factor dañino que uno incorpore a su vida (tabaco, sedentarismo, mala alimentación y LDL alto o glucosa alterada propician la enfermedad cardiovascular) no suma sino que multiplica el riesgo y las probabilidades de tener un infarto se disparan.

  • ¿Qué se puede hacer tras la menopausia para protegerlo? Conviene repasar las rutinas diarias y modificar aquellas que no sean saludables. Los países mediterráneos partimos con ventaja porque –ya sea por la alimentación más sana o por el clima que invita a ser más activos– tenemos menos problemas de corazón (sobre todo menos cardiopatía isquémica o taponamiento de las arterias) que en países fríos. 
  • El ejercicio “limpia” las arterias.El cuerpo humano está hecho para caminar al aire libre. Por eso, el ejercicio físico es uno de los factores que más nos protege de las enfermedades cardiovasculares. Por su gran efecto protector –sabemos que incluso es efectivo a edades avanzadas, por encima de 70 o 75 años– conviene practicarlo varias veces a la semana. Si una no quiere apuntarse al gimnasio, conviene cada día desplazarse caminando siempre que se pueda. Podemos hacerlo incluso si vamos en coche porque podemos dejarlo aparcado antes de nuestro destino y completar el recorrido a pie. Y si se puede añadir una actividad intensa-moderada aún mejor: dos o tres horas semanales (repartidas en varios días) caminando rápido, corriendo o nadando tiene beneficios añadidos para el corazón.
  • La alimentación es otro de los agentes más protectores. Una vez que entramos en la menopausia hay que proponerse comer sano. Más sano, incluso, que en etapas anteriores. Y es especialmente importante evitar las grasas trans, las saturadas y los azúcares, ya que todos los estudios apuntan a que estos son incluso peores que las grasas malas. Esos azúcares están prácticamente presentes en todos los productos procesados, incluso en los que tienen sabor salado. De ahí que sea tan importante priorizar la comida hecha en casa y el pescado frente a la carne, tomar frutas, hortalizas y aceite de oliva a diario, y legumbres 3 o 4 veces por semana. En cuanto a los horarios de comidas, cenar pronto y retrasar algo el desayuno para dar descanso al organismo durante 12 o 14 horas puede ser lo más recomendable. En ese parón muchas células y tejidos se regeneran, pudiendo involucrar también al sistema cardiovascular. 
  • Mantener una buena higiene bucodental puede ayudara reducir el riesgo de que se dañe el corazón. Y es que cuando las bacterias bucales migran o se desplazan hacia ese órgano pueden provocar una endocarditis, que es una infección de las válvulas (o compuertas) que permiten la entrada y salida de sangre.