Unos años atrás descubrimos la importancia que tienen los hábitos diarios – y la epigenética– en la salud y en el ritmo de envejecimiento. Estudiamos varias parejas de gemelos y pudimos constatar cómo la vida había tratado a cada hermano. Nos llamaron la atención dos gemelos en concreto: uno, de aspecto envejecido, era enfermizo y débil; el otro, con un rostro y un cuerpo más joven, rebosaba salud y energía.
¿Qué había pasado para que uno y otro fueran tan diferentes aun compartiendo idéntico material genético y teniendo, en teoría, que parecerse como dos gotas de agua? La epigenética. Es decir, el mecanismo que –por estilo de vida, hábitos y factores ambientales– da lugar a que unos genes se expresen y otros se silencien (en esos genes se van produciendo unas marcas o modificaciones químicas que llamamos metilación).
El gemelo de salud quebradiza vivía junto a una carretera con mucho tráfico, fumaba, bebía alcohol a diario y no cuidaba su alimentación. El otro había seguido hábitos de vida mucho más saludables... y su aspecto exterior se lo agradecía. En realidad, no solo su aspecto exterior, también sus órganos habían envejecido más lentamente que los de su hermano.
LOs órganos liberan proteínas que sirven de chivato
La Ciencia ahora nos descubre que, por dentro, el cuerpo envejece a diferentes velocidades. Lo ha estudiado un equipo de científicos de la Universidad de Stanford (EE. UU.), liderados por el profesor de Neurología Tony Wyss-Coray. Estos investigadores han comprobado que, en una misma persona, el corazón puede tener muchos más años que el hígado, por ejemplo. O a la inversa, que el hígado dé problemas bien pronto mientras que el corazón se mantiene fuerte y con un latido enérgico.
También se sabe que el órgano que peor envejece es el que más influye en el estado de salud general y en los años que puede vivir ese individuo. Es más, seguramente conforme pase el tiempo, los otros órganos se irán debilitando por la falta de cuidado de aquel otro.
- ¿Cómo se ha podido conocer? Identificando las proteínas relacionadas con cada órgano. Luego, se midieron cómo subían o bajaban sus concentraciones y eso permitió saber que una elevación de una proteína significaba una alerta, un aviso, de envejecimiento prematuro del órgano o tejido que la libera y la vierte a la sangre.
- La muestra estudiada fue grande. Se analizó la sangre de casi 5.676 pacientes de entre 20 y 90 años y 11 órganos y sistemas del cuerpo: cerebro, corazón, sistema inmunitario, pulmones, riñones, hígado, músculo, pán- creas, tejido graso, venas e intestino.
El hallazgo es importante porque muchas dolencias se pueden frenar si se actúa antes de que haya síntomas
- Quiénes tienen un órgano dañado. La proporción no es insignificante: se calcula que le pasa a una de cada cinco personas sanas mayores de 50 años (el 18,4%).Tienen entre un 15% y un 50% más riesgo de sufrir enfermedades en ese órgano en los 15 años siguientes.
- ¿Son muchos los que tienen dos o más órganos envejecidos? Aquí los datos son menos inquietantes: según estos estudios, ocurre en una de cada 60 personas.
Tener información para actuar a tiempo
Al igual que ocurre con cualquier otra investigación en salud, el objetivo último será poder prevenir alteraciones que ahora pasan desapercibidas. Que la persona afectada mejore sus hábitos es primordial (por ejemplo, que deje de fumar para no dañar más sus pulmones), pero también generar test y pruebas para poder hacer un diagnóstico médico precoz.
En unos 5 años podría haber un análisis de sangre que nos dijera cuál de nuestros órganos está delicado
Una analítica nos dirá la edad de nuestros órganos. Un análisis muy similar al que ha permitido a los científicos identificar las proteínas alteradas estará disponible en un futuro no lejano. Se espera que en unos 5 años ya se pueda usar ese análisis, que nos informará del órgano que tenemos más delicado (si es que hay alguno). Con esa información podremos poner en práctica los hábitos adecuados para cuidarlo y, si es posible, recuperarlo.
Hábitos que cuidan tus órganos
Dieta Mediterránea y ejercicio aportan salud a todos los órganos, que mejoran aún más con estos cuidados específicos.
- Corazón: Una alimentación rica en omega 3 y en antocianinas (arándanos, moras, col morada, rábanos...); con poca sal y ejercicio moderado.
- Cerebro: Mantener activas las neuronas leyendo, haciendo crucigramas y socializando; evitar el exceso de azúcar.
- Hígado: Tomar más vegetales amargos (endibias, coles, alcachofas, rúcula...) y rojos (tomate, sandía, albaricoque... por sus polifenoles); evitar las grasas saturadas para que no suban las transaminasas y limitar (o evitar) el alcohol.
- Pulmones: No fumar ni exponerse al humo ajeno o a ambientes muy contaminados; tomar suficientes alimentos con vitamina A.
- Riñones: Beber al menos 1 litro y medio de agua; evitar las dietas hiperproteinadas y la automedicación.