Somos muy sociables y familiares, tenemos una amplia oferta cultural, buen clima... Son algunas de las ventajas de nuestra cultura mediterránea, que nos proporciona muchas posibilidades de disfrute y desconexión de las preocupaciones cotidianas. Y, a pesar de ello, España es el quinto país europeo con más casos de estrés según un amplio estudio. Si no se combate, ese estrés acumulado puede convertirse en crónico o derivar en episodios de ansiedad. La cuestión es que, con frecuencia, lo acabamos normalizando y pensamos que esa mala época pasará. Por fortuna, poniendo en práctica unas sencillas medidas podemos lograr que no afecte tanto a nuesta salud física como mental.
“La mayoría de nosotros transita por la vida sin reconocer las señales de alarma que cuerpo y mente nos envían y que indican niveles elevados de estrés”, remarca Koro Cantabrana, directora del Instituto del Estrés y autora del libro Estrés encubierto. Para revertirlo es básico identificar todo aquello que puede estresarnos y qué podemos hacer para combatirlo.
Así da la cara el estrés
El estrés ayuda a ser más resolutivos y rápidos ante una situación de alerta. Que esta herramienta se ponga en marcha de forma puntual es, incluso, positivo. Pero "si se mantiene en el tiempo, acabamos generando resistencias y síntomas tanto físicos como mentales", remarca Koro Cantabrana.
El estrés da la cara en forma de dolor de espalda, irritabilidad, tristeza, cansancio, cefaleas, problemas de estómago o para dormir, piel seca... Tener presente cómo te ha afectado en anteriores ocasiones es útil para identificarlo y solucionarlo.
La crisis de ansiedad es más evidente, y provoca palpitaciones, dificultad para respirar, mareos... Síntomas que comparte con un infarto, una bajada de azúcar o trastornos como el hipertiroidismo. Por eso, es preferible acudir al médico si aparecen. El trasfondo de esta fuerte agitación interna es el miedo, la incertidumbre, la sensación de pérdida de control, y el estrés mantenido en el tiempo es uno de sus principales potenciadores. Pero ¿con qué solemos estresarnos?
El estrés puede contagiarse
No hay que culpabilizarse ni creer que todo depende de uno. La sociedad actual, que nos empuja constantemente a no perder ni un segundo de tiempo, favorece el estrés. Curiosamente también se ha visto que los días de contaminación alta nos estresamos más. Y es que la polución sube el cortisol, la hormona del estrés.
También pueden favorecerlo las personas con las que convivimos. Koro Cantabrana explica que "el estrés, la ansiedad y la angustia pueden 'contagiarse' entre las personas, y eso es algo que está respaldado por estudios científicos. Uno de ellos, publicado en la revista Psychoneuroendocrinology, descubrió que podemos 'contagiarnos' del estado emocional de otra persona simplemente al observar su sufrimiento o estrés. Y si la persona afectada es un ser querido o un familiar, las tasas de contagio emocional pueden alcanzar hasta un 40%".
Este estrés de segunda mano, prosigue la experta, es "un fenómeno que se conoce científicamente como estrés empático. Se ha visto que la mera observación del estrés en otros puede llevar a la secreción de cortisol en el observador. La Ciencia detrás de este contagio emocional radica en las neuronas espejo de nuestro cerebro, que se activan no solo al realizar una acción, sino también al observar a alguien haciéndola. Estas neuronas nos permiten empatizar con los demás, comprendiendo, y en cierto modo experimentando, sus emociones como si fueran propias. Es un mecanismo que, por otro lado, no solo se limita a las emociones negativas, también a las positivas como la alegría y la risa".
El truco para evitar contagiarnos del estrés
Koro Cantabrana aclara que para evitar ese contagio es crucial fortalecer nuestra capacidad para mantenernos centrados y equilibrados, incluso cuando nos encontramos en entornos desafiantes.
Y una herramienta poderosa para conseguirlo es la respiración profunda porque estimula el sistema nervioso parasimpático, que es el que nos ayuda a regresar a un estado de calma y claridad mental. Inhala en 5 segundos y exhala en otros 5, llevando el aire hasta la base de los pulmones.
A veces existe una causa física
La lista de fármacos que favorecen el estrés por sus principios activos es larga. Anticatarrales, antibióticos, para la migraña... Consúltalo si crees que te están afectando.
Cuando no duermes lo suficiente, los procesos de reparación nocturna del cerebro no se completan, lo que entorpece la forma cómo nos enfrentamos y resolvemos problemas. Según un estudio estadounidense, dormir con frecuencia menos de 8 h nos vuelve personas estresadas.
Hay que permitirse no hace nada
"A menudo nos acostumbramos a un ritmo de vida frenético, llenando los días con innumerables tareas", nos cuenta la experta. Eso impide desacelerar y dejar de dar vueltas a las preocupaciones cotidianas.
Resérvate momentos para ti, para desconectar y, como remarca Koro Cantabrana, "ofrecer a cuerpo y mente las oportunidades necesarias para liberar tensiones, recargar energías y restablecer el equilibrio".
Y hazlo aunque creas que no tienes estrés. Son muchas las personas que sufren "estrés encubierto", ya sea porque no se dan cuenta o porque quieren ocultarlo. Y esto aumenta el riesgo de que derive en ansiedad.