Ese enrojecimiento puede ser solo una irritación de la superficie del ojo.
De todos modos, en un primer momento debería descartarse que no se deba a una inflamación del borde del párpado (blefaritis o meibomitis), de la córnea (queratitis) por dormir con los ojos entreabiertos o al síndrome del ojo seco.
Hay que excluir también problemas cardiovasculares (síndrome de apnea del sueño, insuficiencia cardiaca…) o incluso la asociación con la toma de algún medicamento.
Si es una irritación puntual, usar lágrimas artificiales sin conservantes aliviará el problema. Pero si los síntomas persisten, se acompañan de pérdida de visión o dolor, hay que consultar a un oftalmólogo.