El microondas lleva décadas utilizándose y muchos de los miedos que aparecieron inicialmente, lógicos ante una nueva tecnología, se han demostrado infundados.
Seguramente, uno de los principales es que esas ondas podían provocar cáncer directamente. No ha aparecido ni un solo estudio que haya aportado datos sobre esos supuestos efectos.
El riesgo real de las radiaciones del microondas
El tipo de radiación que utiliza el microondas es de las consideradas no ionizante. Sin ponernos técnicos, es la misma radiación que la de la luz y las ondas de radio. Y “se ha establecido que la mayoría de tipos de esta radiación no produce cáncer”, según ha publicado el Instituto Nacional del Cáncer, organismo dependiente de la Administración estadounidense.
Lo que hay que vigilar es que se mantenga tan estanco como el primer día, que no haya fugas. No es solo por un golpe, a veces olvidamos que como todos los electrodomésticos también envejecen. Por el uso puede haber juntas desgastadas.
Lo ideal es tener un detector de fugas. Como casi nadie tiene uno, la forma más sencilla es meter un móvil en el microondas y llamar desde otro teléfono. Si sigue bien aislado, nos dirá que el teléfono está fuera de cobertura.
En todo caso, en previsión de problemas, ya hay una normativa que no permite superar una potencia (cinco milivatios por centímetro cuadrado). ¿Y qué podría pasar si hay fugas? Sigue habiendo médicos que piden más investigación. Es el caso del oncólogo francés Henri Joyeux. Este médico apunta que se han dado casos de cataratas tras la exposición accidental. No olvidemos que nuestro ojo tiene un alto contenido en agua, que se ha calentado en exceso en estas personas.
Puede ser una fuente de gérmenes
De todos es sabido que la cocción permite acabar con muchas de las posibles bacterias en los alimentos. Sin embargo, cuando se cocina en el microondas algunos microorganismos pueden sobrevivir.
El motivo, según un informe la Organización Mundial de la Salud (OMS), es que este tipo de horno calienta de forma desigual y puede haber “puntos fríos” donde el calor no llega a destruir esas bacterias malas.
Para evitarlo sigue estos consejos:
- Coloca los alimentos sin amontonar, y repartidos por el centro de un plato.
- Agrega siempre algo de líquido y cubre el plato con una tapa apta para microondas. De esta manera, el vapor concentrado ayudará a acabar con las bacterias.
- Para el microondas a media cocción y mezcla o gira lo que estés preparando para asegurarte que consigues calentar todo por igual.
¿Puede modificar los alimentos?
Hay una controversia sobre hasta qué punto la radiación modifica las características de los alimentos. El físico Alberto Nájera, miembro del Comité Científico Asesor de Radiofrecuencias y Salud, lo negó al portal antibulos Maldita.es. No inducen cambios diferentes a los que conseguiríamos cocinándolo al fuego.
Según el doctor Joyeux, la leche, uno de los ingredientes que con más frecuencia se calienta en el microondas, puede verse afectada. Un antiguo estudio señaló que un aminoácido, la L-prolina, se convierte en D-prolina, que puede afectar a las neuronas, al riñón y al hígado. Pero otro estudio posterior dijo que solo pasa si supera los 93 grados.
En el caso de la leche materna, que hayas podido congelar, otro estudio de la Universidad Complutense de Madrid reveló que se produce una pérdida de la concentración de grasa.
Por eso se aconseja descongelar la leche del bebé al baño María. Y, en general, a la espera de más estudios, no excedernos hirviendo la leche en el microondas. Y, en general, reducir el tiempo de cocción.
Cuidado con las patatas y el aceite
Un caso aparte es el de la cocción de las patatas. Una investigadora de la Universidad Hebrea, en Jerusalén, Betty Schwartz, descubrió que al calentarlas en el microondas se creaba más acrilamida, una sustancia química, sospechosa de ser cancerígena.
Faltan estudios que corroboren el riesgo de la acrilamida. La patata hervida no crea acrilamida. Por eso esta científica estableció que podía ser más seguro como método para cocinarlas. En todo caso, una forma de evitar el problema es cocinarlas sumergidas en agua antes de ponerlas en el microondas.
Y si ponemos aceite de oliva también podemos estar afectando a su composición. El aceite de oliva tiene unos compuestos, los fenoles, muy útiles para el organismo por su capacidad antioxidante y antimicrobiana. Hay una investigación, publicada en el Journal of Food Quality, que establece que el calor del microondas disminuye este efecto beneficioso eliminando parte de los fenoles.
Alimentos que “explotan” en el microondas
Un huevo, las uvas, un bote de salsa sin tapa, un vaso con líquido dentro, unos garbanzos… todos estos alimentos pueden explotar al sacarlos del microondas y provocar quemaduras.
Y es que este electrodoméstico calienta el agua dentro de los alimentos, lo que puede producir que se concentre vapor a alta presión dentro de ellos.
Por eso es mejor que no introduzcas en el microondas alimentos que puedan retener vapor de agua en su interior. Y no te fíes, la superficie del alimento puede parecer fría, mientras en su interior el agua puede estar a alta temperatura.
Vigila el tipo de recipiente que pones
En general, a la hora de cocinar, es mejor que optes por el cristal o la porcelana y que evites cualquier tipo de plástico. Y es que algunas partículas del plástico (el bisfenol-A, los ftalatos…) pueden pasar al alimento y, una vez en el cuerpo, actúan como hormonas que pueden llevar a desequilibrar el organismo (es lo que se denomina disruptores endocrinos).
Esto es más fácil que ocurra si se calientan los alimentos en envases de plástico de poca calidad, como los que se utilizan para presentar las comidas preparadas y ciertos tipos de fiambreras. Suele tener impreso el signo del microondas si puede usarse.
Procura en lo posible no calentar alimentos grasos (como carnes, guisos, quesos...) en plásticos. Es más fácil que los tóxicos del plástico pasen a la comida en contacto con este tipo de alimentos.