Desde hace años, los científicos alertan de que el estilo de dieta occidental –que prioriza grasas saturadas o trans, carbohidratos y alimentos ultraprocesados– reduce la presencia de ciertos microorganismos beneficiosos que vienen siendo parte de nuestra microbiota desde hace milenios. La pérdida de esos “viejos amigos” intestinales puede contribuir al aumento de enfermedades inflamatorias, trastornos autoinmunes y, sobre todo, obesidad.
Investigaciones recientes están explorando si la reintroducción de uno de estos microorganismos que ha formado parte de nuestra colonia intestinal –el Mycobacterium vaccae (M. vaccae)– podría influir en el metabolismo y ayudar a regular el peso corporal.
La Universidad de Colorado (EE. UU.) y el neuroendocrino Luke W. Desmond, bajo la supervisión del Dr. Christopher Lowry, son los que más han avanzado en esa fórmula antikilos. El investigador tenía como objetivo evaluar en ratones si un preparado de M. vaccae, extraído de la leche de vaca y del suelo de Austria, podía reducir la inflamación en el cerebro provocada por una dieta alta en grasas y en azúcares.
Los resultados fueron inesperados: los ratones tratados con esta bacteria no solo presentaban una menor inflamación neuronal y menos ansiedad, sino que también reducían su ganancia de peso y acumulaban menos grasa alrededor de los órganos (visceral) en comparación con aquellos animales que no recibieron el preparado con la bacteria.
La bacteria que transforma la grasa
Las bacterias que pudieran ayudarnos a tener un peso saludable han sido parte de nuestra microbiota mientras manteníamos un contacto continuo con entornos rurales y granjas, pero las fuimos perdiendo al ir a vivir a ciudades, zonas más estériles y con menos diversidad bacteriana.
"Durante toda nuestra existencia nos encontramos con microbiota de nuestra madre, de nuestra familia y del entorno. Son, por lo tanto, microorganismos que han estado durante milenios con nosotros; el cuerpo los reconoce y por eso ayudan a regular y equilibrar el sistema inmunológico", nos aclara el doctor Luke W. Desmond.
Aún no se sabe cómo la M. vaccae logra reducir nuestro peso, pero se sospecha que hace más eficaz al sistema inmunitario para frenar la inflamación interna indebida (por estrés alimentario al seguir una dieta poco saludable) y mejoraría el funcionamiento de todo el metabolismo.
- Esa bacteria facilitaría que ciertos glóbulos blancos demanden más energía, haciendo que la grasa abdominal sirva de combustible para ellos… y se queme más rápido.
- Por otro lado, la bacteria tiene un efecto antiinflamatorio. Eso podría contribuir, a medio y largo plazo, a que los procesos orgánicos funcionaran mejor y a que la grasa no se acumulara tan fácilmente.
Probarlo en personas
Actualmente la fórmula –a base de bacterias tratadas e inutilizadas por calor– se prueba en ratones mediante una inyección semanal. Es decir, funciona más o menos igual que muchas vacunas comunes.
- En humanos se daría por vía oral. Dados los buenos resultados, el siguiente paso de los investigadores es determinar cómo mantener a medio y largo plazo los efectos de M. vaccae y también la dosis.
- Todo se acelerará a finales de 2025 y durante 2026, cuando comiencen los primeros ensayos en humanos. Otra de las posibilidades que los investigadores deberán explorar es si, además de prevenir el aumento de peso, es capaz de reducirlo en individuos que ya tienen obesidad.
Qué la diferenciará de los fármacos actuales
El objetivo de usar las bacterias beneficiosas es restaurar de manera más natural el equilibrio interno del organismo. Eso lo diferencia de Ozempic y otros fármacos usados actualmente en la obesidad, que actúan sobre procesos específicos y pretenden tener un resultado más rápido. Además de dar más tiempo al cuerpo, otras de sus ventajas serían:
- Menos efectos secundarios. Dado que nuestro organismo reconocerá esas bacterias porque son “viejos amigos”, los efectos secundarios serían menores.
- También actúa en la mente. Al restablecer la microbiota y sus componentes, permite abarcar las distintas áreas de la salud física y mental. Los fármacos, en cambio, solo se centran en controlar el apetito, la absorción y eliminación de la glucosa, o el metabolismo.
La importancia de una microbiota diversa
Por último, el investigador remarca que, en general, "si nuestra microbiota no es diversa, es más probable que se dé un desequilibrio inmune y una inflamación crónica que lleve a sufrir obesidad y otras alteraciones metabólicas".
En este sentido, los entornos rurales parecen jugar a nuestro favor."En las zonas rurales hay una menor presencia de alergias, asma y trastornos autoinmunes; y es que quienes viven en ellas tienen contacto con más bacterias que ayudan a controlar las reacciones exageradas del cuerpo y, a la vez, promueven una salud integral", concluye el Dr. Luke W. Desmond.