La luz azul que emite el teléfono móvil nos envejece: 3 consejos para evitarlo

Pasamos el 35 % de nuestro tiempo diario usando pantallas de móviles y ordenadores, mucho más si trabajamos con ellos. Pero, sin darnos cuenta, la luz azul que emiten puede deteriorar nuestras células. Veamos cómo evitarlo.

Manel Esteller
Dr. Manel Esteller

Catedrático de genética

Actualizado a

Mujer mirando el móvil

Además de limitar las horas de uso, conviene alejar el móvil 40-50 cm de los ojos. 

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Sorprendentemente, el país que más horas pasa ante una pantalla es Sudáfrica (con casi 10 horas diarias). Le siguen muchos países latinoamericanos (Brasil, Argentina, Colombia…) hasta llegar al último de la cola, Japón, que solo depende de las pantallas el 21,7 % de su tiempo.

España no está en los primeros puestos: de media pasamos casi 6 horas mirando el teléfono móvil o el ordenador (el 35% del tiempo que estamos despiertos). Pero si a eso le sumamos las horas frente al televisor (y el tiempo que pasamos bajo las luces led, que tienen un efecto similar), la cosa se dispara.

Por qué nos afecta tanto esa luz

El sol también emite luz azul, o luz visible de alta energía (HEV), pero su efecto no es tan marcado como en los dispositivos electrónicos por una simple cuestión de distancia: estamos mucho más cerca de esos aparatos y pasamos muchos más minutos usándolos de lo que podemos estar recibiendo la luminosidad del sol. Además, haciendo una exposición controlada y con las medidas oportunas, esa misma luz solar ayuda a nuestro cuerpo a desinflamarse. El problema, pues, surge cuando usamos durante horas y horas los aparatos domésticos (o laborales) que he mencionado. 

Según los estudios que se han realizado al respecto (cada vez son más porque quedan muchos datos por conocer), su luz azul puede tener el siguiente impacto en el organismo: 

  • Aumenta el estrés oxidativo. La luz azul puede penetrar profundamente en la piel, generando radicales libres que, con el tiempo, dañan sus células, sobre todo las fibras de colágeno y de elastina. Por lo tanto, ya tenemos un primer efecto directo que hace que nuestra piel pueda perder parte de su firmeza y de su elasticidad, pero también que tenga más riesgo de manchas oscuras y de hiperpigmentación, así como de arrugas. En definitiva, puede provocar un envejecimiento prematuro.
  • Puede dañar el ADN celular. Una exposición prolongada induce la rotura de cadenas en el ADN, con lo que las células pueden frenar su división y morir antes de lo que tenían programado, y eso puede alterar el funcionamiento de distintos órganos y tejidos (sobre todo los del ojo, ya que se ha visto que puede favorecer daños en la retina y la DMAE o degeneración macular asociada a la edad).
MUJER TRABAJANDO OFICINA ORDENADOR

ISTOCK

  • Desincroniza los relojes internos. Nuestro sistema neuroendocrino y nuestros ritmos biológicos (circadianos) son particularmente sensibles a esta luz de onda corta. Tras dos horas en contacto con ella, la producción de la hormona que regula el sueño, la melatonina, se ve afectada y aumenta el estado de alerta. Si hace que durmamos peor o menos profundamente, el cuerpo pierde capacidad para reparar el daño celular que se produce cada día, además de hacernos más propensos a todo tipo de enfermedades, físicas y mentales. 
  • Puede generar mayor inflamación interna. La exposición prolongada puede activar respuestas inflamatorias y hacer que aumenten sustancias que dan lugar a esa inflamación interna en la piel, en los ojos y en otros tejidos, como la interleucina 1 (IL-1).

Pon en práctica la regla 20-20-20

La primera recomendación es limitar el uso de las pantallas. Si, por ejemplo, trabajamos con un ordenador, procuremos no mirar continuamente el teléfono móvil, en especial antes de dormir, y combinemos el uso del televisor con otros tipos de ocio, como la lectura en papel o las manualidades.

  • Descansa cada 20 minutos. Si no es posible reducir la exposición, conviene seguir esta regla: cada 20 minutos mira algo que esté a 20 pies de distancia (unos 6 metros) durante unos 20 segundos. Así reduces la exposición a la luz azul y alivias la fatiga visual.
  • Activa los filtros especiales de tus dispositivos. En el apartado “Ajustes” de tu móvil (el aparato que más acercamos al rostro aunque deberíamos alejarlo al menos 40-50 cm) activa la opción “Modo nocturno” (puede aparecer en inglés como Night Shift) o ajusta el brillo para que se parezca lo más posible al de tu hogar o trabajo.
  • Usa gafas con filtro de luz azul. Aunque no todos los estudios demuestran su eficacia, junto a las medidas anteriores estas gafas con lentes especiales pueden rebajar la exposición directa de los ojos a esa luz.

El síndrome de visión artificial

Hoy en día son muchas las personas que notan malestar y dolor ocular, tensión en el cuello y dificultad para concentrarse (incluso más estrés) tras estar más de tres horas frente al ordenador, el teléfono móvil o la pantalla del televisor. 

  • Al leer en papel, notamos sus bordes nítidos y delimitados; en una pantalla, en cambio (sobre todo si no es de última generación), los bordes aparecen pixelados e irregulares, haciendo que algunas imágenes y textos se vean borrosos y cueste enfocar la mirada.
  • Siéntate con la espalda bien apoyada y sepárate del dispositivo electrónico entre 40 y 75 cm si es un móvil o un ordenador; y a un metro y medio como mínimo si es un televisor de 45 pulgadas (a mayor tamaño, más distancia). Y no dejes encendidos esos aparatos junto a la cama al dormir.