Tener hijos adolescentes supone un reto en la familia. Se están desarrollando y es el momento de establecer su independencia. Hay tantas circunstancias como familias y es difícil dar consejos generalistas. Un adolescente puede saber adaptarse a la disciplina familiar, pese a todo, o invocar su individualidad a toda costa y contra toda norma.
Sin embargo, podemos facilitar mucho las cosas. Comunicación abierta y sin juicios es la primera norma que hemos de aplicarnos sea cual sea la situación en casas. Nos lo recuerda la doctora Abigail Huertas, psiquiatra infantojuvenil y autora del libro "Solo necesito que me aceptes. La salud mental en la adolescencia" (RBA). Es fundamental que los adolescentes se sientan escuchados.
El otro factor clave es que sigamos siendo un referente para ellos. Aunque no nos lo parezca, nuestra vida sigue siendo algo en lo que se fijan. Y para que ello es fundamental que sepamos cuidarnos. “Me canso de decir en consulta que lo mejor para que tu adolescente esté bien es que tú estés bien”, asevera la doctora Huertas.
Así le transmites valores positivos
Antes de empezar a plantear cómo abordar la relación con tu hijo adolescente debes tener claro que tú te tienes que cuidar. “Tienes que estar fuerte y tienes que estar bien y luego demostrar a tu adolescente lo que haces para estar bien”, dice la experta.
La doctora Huertas explica en un vídeo en sus redes sociales que pone a muchas madres ante el espejo. “¿Quieres que tu hijo o hija sufra ansiedad y esté sacrificado, renunciando a cosas importantes cuando sea adulto?”, les pregunta.
La respuesta obvia es que no. Nadie va a querer eso para su familia. Pues eso es algo que están viendo en casa como ejemplo. Aplícate el cuento. ¿Por qué estás cansada, sacrificada y sufriendo?
“Tendrás que cuidarte para darle un ejemplo de cómo hay que vivir la vida”, insiste. Eso significa que hay que saber disfrutar de la vida. “Hay que saber renunciar a cosas sin que eso sea un drama ni el fin del mundo”, añade.
Saber pedir ayuda y premiarte
La doctora también ha dejado algunas otras claves para entender y acompañar mejor a nuestro hijo. La primera es que el adolescente que tenemos en casa ha de ver que se puede y debe pedir ayuda.
“Tú has de saber cuándo te sientes desbordada por la situación y admitir que no puedes con todo”, dice. Eso mismo es lo que ha de aprender él o ella. Si no puedes, pide ayuda.
Tenemos que estar sanos mentalmente. Hemos de hablar de las emociones que tenemos. No es útil mostrarse como una roca cuando no lo somos. “Hay que permitir hablar de debilidades y vulnerabilidades”, aconseja la doctora Huertas.
Del mismo modo, también hay que reconocer las cosas que hacemos bien. “Yo muchas veces me digo: punto para mí. Y me pongo como una medallita”, ejemplifica. Eso hay que hacerlo cuando logramos un reto.
No es necesario que sean grandes cosas. Simplemente algo que nos ha costado un esfuerzo o que suponga un avance en nuestro punto débil. “Reconocer que hemos sido capaces de algo también ayuda a que el adolescente mejore su autoestima valorando las cosas que hace bien”, dice la psiquiatra.
Cuatro claves para la convivencia
No es difícil que, pese a la teoría, la actitud de los hijos acabe desbordando nuestra paciencia. En este sentido, la doctora aporta otras cuatro claves que nos ayudarán a que el diálogo sea de calidad, fluido y no se rompa.
- Mantén una presencia activa. Dejarles a su aire no es la solución. Han de ver que seguimos interesados aunque sin inmiscuirnos en exceso. No hace falta pasar mucho rato con ellos. Es la calidad del tiempo que pasemos juntos lo que es crucial. Interésate por sus aficiones, amistades y desafíos.
- Recuerda tu adolescencia. La psiquiatra sugiere que reflexionemos sobre nuestra etapa para comprender mejor cómo se sienten ellos ahora. Nos ayudará a ser más pacientes y comprensivos.
- Establece límites claros. No hay que prohibir todo. Hay que luchar las batallas realmente importantes y asumir que quieren y necesitan independencia. Explica bien claro las razones que hay detrás de las normas.
- No le dejes solo ante la red. Dado el impacto de las redes sociales y el mundo digital en la adolescencia, es fundamental dialogar sobre su uso adecuado, los riesgos asociados. Hay que educar en el uso responsable y poner aquí también límites. No se trata de espiar sus redes sino de hablarlo.