Saul Martínez-Horta, neuropsicólogo: "Exponerse al mundo, explorar o socializar, son elementos claves para la construcción de un cerebro más resiliente"

Bajo el título de 'Cerebros Rotos', el neuropsicólogo Saul Martínez-Horta recoge algunos de los casos que más le han marcado en su carrera profesional. En esta entrevista nos cuenta cuáles son las historias que le han cambiado la vida gracias a sus pacientes.

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Eva Carnero

Periodista especializada en bienestar y nutrición

Actualizado a

Doctor Saul Martínez-Horta

Doctor Saul Horta-Martínez, neuropsicólogo.

El doctor Saul Martínez-Horta se siente afortunado, muy afortunado. Así lo asegura en su libro, y así lo transmite en cada una de las respuestas que nos dio en esta entrevista. Ahora bien, ¿qué es lo que le hace sentir tan bien? Sencillo. El doctor se considera un privilegiado por poder trabajar con el cerebro, y descubrir por qué se rompe, qué consecuencias trae a las personas dañadas y cuáles son las posibilidades que se abren cuando esto ocurre. 

El especialista en neuropsicología clínica es autor del libro Cerebros rotos (Kailas, 2022), una selección de los casos con que se ha encontrado a lo largo de su carrera y que de un modo u otro le han dado un lección de vida, que quiso compartir a través de la escritura.

Esta es su experiencia a través de sus palabras. 

¿Qué le motivó a escribir Cerebros rotos y compartir las historias de sus pacientes? 

Tres motivos principales. Por un lado, a pesar de llevar más de 17 años dedicado a la neuropsicología, no existe ni un solo día en que los síntomas que pueden asociar las enfermedades del cerebro no me sorprendan o no me hagan aprender algo. Por ello, me apetecía intentar transmitir la forma tan espectacular que puede llegar adquirir aquello que sucede cuando un cerebro se rompe.

Por otro lado, mis pacientes son personas con una historia de vida que se ha visto profundamente marcada por la aparición de una enfermedad. Al profundizar en cada caso, sus historias muchas veces me transmitían lecciones de vida de una majestuosidad impresionante y esto, me parecía algo de gran valor que debía ser contado.

Finalmente, contar estas historias es una manera de divulgar y de aproximar el mundo de las enfermedades neurodegenerativas a la población general. Sabemos que es necesario educar a la población en lo relativo a la salud y que facilitar la comprensión e incluso la detección de posibles síntomas de estas enfermedades es algo totalmente necesario.

¿Cómo eligió las experiencias clínicas que aparecen en el libro? ¿Hubo alguna que le impactara especialmente?

Todos los casos narrados en el libro fueron experiencias que trascendieron mas allá de lo estrictamente clínico y que en lo personal, por algún motivo, me impactaron. Además de esto, los casos los seleccione teniendo en cuenta su carácter pedagógico a la hora de contar una determinada enfermedad o un determinado síntoma. No sabría elegir una que me impactara especialmente, puesto que todas lo hicieron, pero de distinta manera. 
 


A lo largo de su carrera, ¿qué lecciones sobre la vida y la resiliencia ha aprendido de sus pacientes con enfermedades neurodegenerativas?

Tengo la impresión de que el ser humano, en muchas ocasiones, olvida que tiene una realidad finita y que, en muchos casos, no llegaremos en buenas condiciones a los últimos pasos de la vida. Descubrir que se padece una enfermedad incurable es sin duda un evento vital y existencial brutal. Pero cuando se hace un trabajo adecuado, esta información acerca del futuro de uno mismo puede ser empleada para dar un significado distinto a la vida y para enfocar el camino que queda por delante. En lo personal, esta ha sido la gran lección de mis pacientes, el hacerme plantear continuamente si estoy viviendo la vida que desearía vivir si mañana me anunciasen que todo se termina. 
 


¿Cree que la sociedad tiene una comprensión adecuada de las enfermedades neurodegenerativas? 

Por lo general, creo que nuestra sociedad tiene una comprensión parcial de estas enfermedades y muy sesgada hacia algunas de las formas más frecuentes de estas patologías, como lo es la enfermedad de Alzheimer. Por supuesto falta conocimiento relativo a la gran pluralidad de enfermedades neurodegenerativas que existen y a sus características diferenciales.

Paralelamente, en muchos contextos se asume y normaliza que el deterioro cognitivo es algo propio de la edad y en consecuencia, se banalizan problemas cognitivos de los mayores que en realidad nos están contando que algo está sucediendo. 
 

Doctor Saul Martínez-Horta

Doctor Saul Martínez-Horta, neuropsicólogo.


¿Qué avances recientes en neurociencia le parecen más prometedores para el tratamiento o comprensión de estas enfermedades?

Hemos ido conociendo piezas claves de la biología de estas enfermedades, que tienen que ver con la genética y con los mecanismos que promueven la neurodegeneración. En paralelo, hemos ido desarrollando distintas técnicas para la detección precoz, por ejemplo, en la sangre, de toda una serie de marcadores de daño cerebral que pueden estar presentes muchos años antes de que estas enfermedades aparezcan. Ello ha contribuido, por un lado, al desarrollo de nuevas terapias farmacológicas desarrolladas sobre la base de una mejor comprensión de la biología, y por otro lado, ha abierto la ventana de oportunidad de poder plantear intervenciones mucho más precoces.

Esto no significa que tengamos soluciones actuales, puesto que, en su gran mayoría, estas terapias se encuentran en fase de ensayo clínico. Además, en lo relativo al uso de marcadores tempranos, tenemos que ser prudentes y definir muy bien cuándo y cómo los vamos a usar para eventualmente tratar estas enfermedades.

¿Cómo maneja emocionalmente las interacciones con pacientes que se enfrentan a diagnósticos difíciles?

Exponerse al sufrimiento de otras personas define una situación que, en lo personal, reconozco que se puede hacer sumamente difícil. A pesar de ello y a pesar de que posiblemente existan muchas maneras o estilos de acercarse a las enfermedades, en lo personal, esta empatía considero que me ayuda a profundizar en cada caso.

Con el tiempo, gracias a haber podido experimentar las consecuencias de no cuidarme emocionalmente en este sentido, he ido aprendiendo que el deporte es una herramienta terapéutica indiscutible y que el tiempo que dedico a la investigación, neutraliza en cierta medida el "sabor" negativo que acompaña a muchas de las situaciones a las que nos exponemos. En cualquier caso, también he aprendido a reconocer y a aceptar con naturalidad, que hay situaciones que de manera invariante causan un impacto emocional profundo que no se puede evitar.
 


¿Qué recomendaciones daría a las familias que conviven con personas afectadas por enfermedades neurodegenerativas?

Conocer nos da una oportunidad para poder explicar lo que está sucediendo, para comprender lo que pasó en el pasado y para anticipar y preparar un futuro. Dejarse guiar y querer aprender sobre las enfermedades con las que conviven es una herramienta muy importante.

Paralelamente, dirigiría a todas las personas que conviven con estas enfermedades a las distintas asociaciones de familias y pacientes donde van a poder compartir experiencias, normalizar vivencias y sentirse acompañadas en este trayecto.

Estas enfermedades pueden llegar a ser muy difíciles de gestionar en el hogar y por ello, las familias tienen que poder hablar abiertamente de las distintas posibilidades que existen para garantizar que sus familiares reciben los mejores cuidados.

Finalmente, los cuidadores nunca deben olvidar que merecen y que deben mantener su vida, su bienestar y su libertad, entre otras cosas, para que puedan seguir ejerciendo su función. Esto implica cuidarse a sí mismos y comprender que su función debe tener unos límites que en ningún caso van a suponer que estén haciendo mal su trabajo.
 


¿Hacia dónde cree que se dirige el campo de la neuropsicología?

En el ámbito de la investigación y de la evaluación clínica, resulta incuestionable que la neuropsicología deberá alinearse con los avances que se han realizado en el campo de las neurociencias en torno a estas enfermedades. Ello implica, el desarrollo de formas de evaluación que nos permitan identificar en el plano cognitivo y de manera mucho más temprana, los cambios que ya podemos detectar en el plano biológico.

La incorporación de la tecnología digital al ámbito de la evaluación será sin duda algo que también afectará al campo de la neuropsicología. Paralelamente, a pesar de las expectativas en torno a los tratamientos farmacológicos, no podemos olvidar que debemos seguir ahondando en el conocimiento relativo a cualquier forma de terapia que pudiese ejercer un efecto positivo en estas enfermedades.

En este punto, seguir incidiendo en la estimulación neuropsicológica como herramienta de intervención es absolutamente necesario, pero ello debe ir de la mano de la investigación y del desarrollo de terapias objetivamente eficaces.
 


Ha mencionado que "los recuerdos vinculados al afecto son persistentes en el tiempo". ¿Podría profundizar en cómo el afecto influye en la retención de recuerdos?

Existen muchos factores que contribuyen a la calidad con la que se construyen, almacenan y se recuperan nuestros recuerdos. Uno de estos factores es el contenido afectivo o emocional de las experiencias. Eso es, resulta mucho más fácil que recordemos con mayor facilidad algo vinculado a una experiencia emocional, que algo neutro. Esto tiene su explicación en que la emoción es una señal que el sistema nervioso usa, entre muchas otras cosas, para atribuir una gran importancia "adaptativa" a lo que está sucediendo. Esto significa, a grandes rasgos, que lo emocional ha jugado y potencialmente juega un papel importante en nuestra supervivencia. Por ello, cuando algo sucede acompañado de una emoción intensa, nuestro cerebro lo prioriza frente a otras situaciones y lo almacena en un lugar privilegiado. De este modo, sea por su carácter negativo o positivo, fácilmente podremos volver a acceder a este recuerdo.

¿Qué hábitos recomendaría para mantener la salud cerebral y prevenir enfermedades neurodegenerativas?

La prevención de las enfermedades neurodegenerativas tiene mucho que ver con la prevención de toda una serie de factores modificables que contribuyen notablemente a la salud cerebral. Es importante entender, que posiblemente en muchos casos, el desarrollo de una enfermedad neurodegenerativa sea la consecuencia última de una compleja constelación de variables que han ido coincidiendo en el tiempo a lo largo de la vida y que, por lo tanto, posiblemente no esté en nuestras manos el poder evitar estas enfermedades. Lo que, si está en nuestras manos, es poder evitar que estas enfermedades aparezcan acompañando a un cerebro que ha sido dañado como consecuencia de no haber prevenido factores que se podían evitar. Esto incluye, de manera crítica, todos los factores de riesgo cardiovascular, la exposición a sustancias tóxicas y la calidad del sueño.

Paralelamente, el cerebro es un órgano que puede llegar a construir una notable capacidad de resiliencia para hacer frente a los primeros cambios que imponen estas enfermedades. Esta resiliencia se construye sobre la base de cómo ejercitamos a nuestro cerebro a lo largo de una vida.

En nuestro contexto, no hay nada más estimulante para un cerebro que el mundo en el que vivimos. Esto incluye la sociedad, sus dinámicas y los retos que la vida nos impone. Exponerse al mundo, relacionarse, explorar, estimularse con los demás o socializar, son elementos claves para la construcción de un cerebro más resiliente a este tipo de eventos.