¿Qué es la hiperempatía y por qué se habla tanto de ella? Esta es la respuesta de los psicólogos

Algunas personas absorben la felicidad y el dolor ajeno de una forma tan intensa que les llega a provocar ansiedad, fatiga e incluso dolor físico. Un experto nos da las claves para identificar el exceso de empatía y cómo solucionarlo.

Judith Vives
Judith Vives

Redactora especializada en salud y bienestar

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Mujer escuchando a una amiga

La empatía es la capacidad para ponerse en el lugar del otro.

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Seguro que en más de una ocasión te has emocionado cuando un amigo te explicaba un problema personal doloroso, o al ver el sufrimiento de alguien desconocido en las noticias de televisión. Puede que quizás hayas llorado de felicidad ante las alegrías o éxitos de otra persona. En cualquiera de estos casos, el mecanismo que se ha activado es la empatía

La empatía es ese sentimiento que nos permite identificarnos con lo que siente otra persona y conectarnos más con ella a nivel emocional. La capacidad para sintonizar con las emociones ajenas puede enriquecer las relaciones interpersonales, potenciar la inteligencia emocional y mejorar la comunicación

Sin embargo, ese proceso puede resultar tan abrumador que se llegue a convertir en una carga emocional. Eso es, precisamente, lo que sucede cuando aparece la hiperempatía. ¿A quién afecta y cómo reconocerlo?  

exceso de empatía

"La empatía consiste en la capacidad que tenemos que las emociones de los demás resuenen en nosotros. Cuando alguien cercano está triste, si yo soy muy empático, es fácil que también me ponga triste. Su emoción resuena en mí, siento yo su emoción. En la hiperempatía esta característica se da en exceso", explica el psicólogo clínico Rodrigo Martínez de Ubago, docente de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Este rasgo de personalidad no está reconocido como un diagnóstico clínico, sino como un fenómeno en el que las emociones de los demás se experimentan con tal intensidad que pueden desencadenar dolor físico, ansiedad extrema y agotamiento mental.

¿Tiene un origen genético?

Según estudios recientes, esta capacidad tiene una base genética, si bien el entorno también influye. "Cada vez más estudios demuestran la base biológica de la empatía. En general, la sociedad tiende a pensar que estas características, como los rasgos de personalidad, son adquiridas y se aprenden. La verdad es que son características fundamentalmente innatas", explica Martínez de Ubago. 

A menudo se observa mayor presencia de hiperempatía entre personas con autismo o personas altamente sensibles (PAS). También en personas que han experimentado traumas tempranos, lo que sugiere que la interacción entre la genética y las experiencias de vida puede potenciar este rasgo.

Ventajas y riesgos

Para estas personas, la empatía no es una capacidad "positiva" o deseable de conectar con los demás, sino un fenómeno complejo que tiene tanto beneficios como inconvenientes.

Por un lado, su elevada capacidad para sintonizar con las emociones ajenas les permite captar muchos matices emocionales, lo que puede facilitar una comunicación más profunda y comprensiva. 

conversación

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Por esta razón, la hiperempatía puede ser útil en profesiones como la psicología, la medicina o la educación. También en la gestión de conflictos y la mediación.

Sin embargo, este mismo proceso puede llegar a ser agotador. La absorción constante de las emociones de los otros puede hacer que la persona con hiperempatía no sepa diferenciar entre las propias emociones y las ajenas, tenga dificultad para poner límites y se sienta saturada

Entre los síntomas, pueden aparecer:

  • Fatiga.
  • Ansiedad.
  • Estrés crónico.
  • Burnout.
  • Problemas de identidad. 
  • Codependencia.

Cinco pasos para gestionar la hiperempatía

Según el experto, "a menudo el hiperempático no lo pasa bien. En realidad, no quiere sentir las emociones que está sintiendo. Hay que apartarse de la fuente emocional y empezar a gestionarla", explica Martínez de Ubago.

Estos cinco pasos pueden facilitarle la vida:

  1. Reconocer y aceptar que se experimentan intensamente emociones ajenas, lo cual es fundamental para comenzar a tomar control.
  2. Racionalizar los sentimientos: tratar de entender los sentimientos de los demás sin asumirlos como propios.
  3. Incorporar técnicas de mindfulness y regulación emocional que permitan observar las emociones sin absorberlas.
  4. Alejarse de la situación: tomar distancia, descansar o desconectar de las noticias. Si puedes, va bien desahogarse con una charla o llorar. Es importante no reprimir las emociones.
  5. Darse permiso para disfrutar sin culpa: el autocuidado es esencial. Dedica tiempo a actividades que te hagan feliz, como pasear, leer o escuchar música.

Otras estrategias útiles son la terapia cognitivo-conductual, que emplea técnicas para distinguir las emociones propias de las ajenas. También se recomienda la desensibilización gradual, que implica exponerse de forma controlada a estímulos emocionales para fortalecer la resiliencia. 

Finalmente, es fundamental aprender a establecer límites emocionales y aplicar técnicas de desapego, es decir, ayudar a los demás sin absorber su sufrimiento.