Cada vez hay más estudios que relacionan la importancia de una sensación de bienestar, de sentirnos contentos, no solo con la salud mental, sino también con la salud física. Estar sanos no es no tener enfermedades. Incluso la Organización Mundial de la Salud ya lo ha reconocido en una idea más completa de salud.
Establece que el bienestar, la felicidad, pese a ser una idea abstracta, implica un estado positivo no solo físico, sino mental y social. Solo con no tener enfermedades no se consigue. Hemos de aprender a sentirnos bien con lo que tenemos. Y eso es algo que se puede aprender.
En ello está la psicología positiva. Una de las ramas que ha venido a revolucionar el mundo de la psicología. Plantea dejar de centrarse en la preocupación para ayudar a las personas. Creen más eficaz si se les ayuda a descubrir las cualidades positivas.
Qué nos hace ver todo negativo
Martin Seligman, a sus 82 años, es uno de los psicólogos más prestigiosos en la actualidad. Fue el precursor de esta corriente que propugna una forma rompedora de combatir la ola de depresión y pesimismo que se extiende, especialmente entre las nuevas generaciones y más tras la pandemia de covid.
“Muchas encuestas se centran en el bienestar material y todas las estadísticas indican que ese bienestar está ahora mejor que nunca”, asegura. Sin embargo, la única estadística que decrece es la que plantea el bienestar moral. “La gente se ha vuelto más infeliz, más deprimida”, asegura. Incluso nos sentimos más ansiosos ante el miedo de no poder tener ese bienestar material.
¿La solución ante esta aparente contradicción? Para el profesor Seligman, cree que una de las bases ha de ser la educación. “Gran parte del problema lo tienen los jóvenes. Pese a estar en el instituto o la universidad no tiene un buen nivel de educación en Historia. Así que no saben que el PIB aumenta mucho y que la esperanza de vida se ha duplicado, la mortalidad infantil se ha reducido drásticamente y que la alfabetización es universal”, enumera.
A pesar de estos avances, a los jóvenes de hoy se les enseña y muestra que el mundo es una cosa mala tras otra, una opresión y un sufrimiento tras otro. “La realidad estadística es que hay mucho menos sufrimiento hoy del que había hace cien años”, insiste el psicólogo. Hay menos opresión a nivel global y más democracias hoy que hace un siglo.
Por qué no encontramos consuelo
Más allá de la necesidad de enfocar la perspectiva histórica en la realidad de estos nuevos hechos, el profesor Seligman considera que hay otro factor significativo: “la depresión también se debe a una forma de pensar que antepone el gran yo a una forma pequeña de nosotros”.
Se refiere al hecho de que hace un siglo, cuando nuestros abuelos fracasaban, tenían muchas formas de consuelo. Tenían una base espiritual en la que apoyarse, creían en Dios. También formaban familias numerosas que se apoyaban. Creían en la comunidad y la solidaridad. “Todas esas cosas ayudan a que se obtengan recompensas en la vida individual”, subraya.
Hoy todo ese andamiaje sólido ha desaparecido. Las nuevas generaciones no creen en una espiritualidad, tienen familias pequeñas, hay poco sentido de comunidad. No tienen fuentes de consuelo y ese es un gran problema.
Cómo podemos enfocar en positivo
¿Cómo puede ayudar la psicología positiva en este aspecto? Seligman lo tienen claro: “Se puede aprender a ser feliz, pero hay que practicar”, aseguraba en una entrevista en La2 de TVE. Seligman señala que ver el mundo en positivo y ser feliz no es un estado pasivo, sino que requiere que nos impliquemos practicando elementos que contribuyen al bienestar.
“Ni el clima, ni el dinero han demostrado mayor satisfacción con la vida”, explica el profesor Seligman. Establece tres tipos de felicidad medibles y en los que sí podemos trabajar.
- La vida positiva: las risas, el ver la botella medio llena y no medio vacía. Eso se puede aprender. Hay cursos de risoterapia para reír más. “Antes de irte a la cama escribe cada noche tres cosas que te han ido bien”, recomienda el profesor. Eso cambia la forma de pensar.
- La vida comprometida: el amor, las relaciones con los otros. “Piensas en alguien que ha hecho algo positivo por ti y agradéceselo”, recomienda. Hay estudios científicos que han comprobado que el sentirnos agradecidos nos hace más felices.
- El sentido de la vida. Saber encontrar un propósito a la vida. Puede ser la creencia en un fin superior o simplemente que formas parte de un mundo mejor. “Haz algo filantrópico -recomienda Seligman-. Ese acto permanece en tu conciencia”.