Sonríe aunque te cueste, el cerebro hace una lectura continua de lo que pasa en tu cara

En ocasiones vamos acumulando pensamientos o ideas que no nos permiten vivir en plenitud. Pero hay formas de eliminar esa negatividad mental, tener una mejor percepción de todo y ser más felices.

Dr  Mario Alonso Puig
Dr. Mario Alonso Puig

Médico, conferenciante y escritor

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MUJER GUAPA JOVEN PRIMER PLANO SONRIENDO

Sonreír tiene un impacto tremendamente positivo en nuestro bienestar.

ISTOCK

Es cierto que hoy en día estamos viviendo un nivel alto de incertidumbre; son momentos complejos y eso puede llevarnos a sentirnos infelices. Sin embargo, para evitarlo debemos recordar algo: el error, sin llegar a negar la envergadura del desafío, es no reconocer la grandeza que hay en nuestro interior.

La felicidad nace dentro de cada uno

El ser humano ha buscado, busca y creo que buscará siempre la fuente de la felicidad, lo que ocurre es que muchas veces tira la toalla porque le parece que es inalcanzable, utópico incluso, y se conforma con algo de mucho menos calibre, de mucho menos calado, que es el simple bienestar. Se busca el bienestar aquí y ahora. Sin embargo, conviene recordar la diferencia entre la felicidad y el bienestar. La primera, la felicidad, viene de dentro, se genera en nuestro interior independientemente de lo que tengamos o experimentemos; y no colma los sentidos sino el corazón. El bienestar viene de fuera: lo sentimos al comer algo riquísimo, al sentarnos en un coche muy cómodo, al pasar un fin de semana en un hotel estupendo... Pero eso dura poco tiempo. El problema es que los seres humanos estamos demasiado apegados a los sentidos, de tal manera que llegamos incluso a negar que exista lo que nuestros sentidos no son capaces de detectar.

Por otro lado, cuando pasamos por una adversidad, la mente busca distraerse (con algo que aporte bienestar) porque en esa distracción experimenta un cierto alivio de su sufrimiento. Caer en este cortoplacismo es otro error que impedirá avanzar hacia la felicidad, hacia ese mundo interior que puede transformar por completo nuestra experiencia de lo que es el vivir.

6 claves que nos acercan a la felicidad

Dentro de cada uno de nosotros y nosotras hay alegría, júbilo y paz interior, pero debemos reconectar de nuevo con esos sentimientos y sensaciones para poder notarlos. Estas claves pueden ayudar a ello.

1. Sonríe aunque te cueste

El cerebro hace una lectura continua de lo que pasa en nuestra cara. Por eso, cuando una persona sonríe aunque en realidad no le apetezca, cuando tiene la disposición de hacerlo, el cerebro percibe ese cambio... y nos abre puertas. Quiero pararme aquí unas líneas para explicar esto, que está muy estudiado científicamente. Cada parte de nuestro cuerpo está representada en el cerebro; es lo que se conoce como homúnculo de Penfield (llamado así por el neurocirujano canadiense que creó esa representación de las distintas partes del cuerpo en el cerebro). Se sabe que la representación de la cara es inmensa, ocupa por así decirlo mucho más espacio que por ejemplo el tronco. Eso da una pista de cuánta importancia da el cerebro al rostro.

Cuando mostramos una sonrisa, el cerebro empieza a movilizar una serie de neurotransmisores, de mediadores químicos, que lentamente van haciendo que esa persona se sienta mejor. Si el sufrimiento que tenemos es grande, puede bastar una tímida disposición para reducir la tensión de la cara y, poco a poco, ir esbozando una pequeña sonrisa para encontrarnos mejor.

Disponemos de las herramientas para sentirnos más felices. Solo hay que conocerlas

Tenemos que buscar esa disposición a tener una cara relajada, una cara amable, una cara que transmita cercanía, que transmita afecto. Y recomiendo ir repitiéndolo durante una semana. ¿Por qué? Pues porque para que podamos empezar a experimentar el impacto de ciertas cosas, para que empecemos a tener evidencias de que es algo real, tienen que pasar unos cuantos días; y una semana no es ni un plazo muy largo ni demasiado corto, pero es suficiente para que la persona ya note cambios.

2. Háblate y trátate mejor

En general, solemos ser grandes expertos a la hora de acusar y de acusarnos, de juzgar y de juzgarnos, de condenar y de condenarnos, de castigar y de castigarnos. Sin embargo, tener una percepción negativa de nosotros mismos, hablarnos mal, tiene un impacto a nivel anatómico y fisiológico. Es decir, nuestras células, nuestros órganos, nuestros sistemas, sí están escuchando nuestra forma de hablarnos y nuestra forma de pensar. Por tanto, no debemos considerar que las palabras y los pensamientos son algo intrascendente; tienen un grandísimo efecto en cómo nos sentimos. Esta vez, un buen ejercicio para recordarnos que debemos modificar ese lenguaje es escribir en un papel esas frases o pensamientos que nos decimos internamente, y luego reescribirnos frases en positivo, frases de aliento. Eso es un método altísimamente efectivo porque nos permite tomar conciencia de qué hacemos y evita que nos olvidemos de hablarnos bien. De tal manera que, en cuanto uno note la tendencia a criticarse, a juzgarse, a condenarse (lo podemos hacer también si criticamos a otros), nos acordaremos de esa nota que escribimos y que podemos llevar, incluso, en el bolsillo o en la cartera como recordatorio.

3. Recarga las pilas

Seguimos distintos ritmos biológicos, uno es muy conocido, el ritmo circadiano. Es el ritmo del cortisol, una hormona que va cayendo al llegar la noche y que sube cuando va apareciendo el sol. Pero tenemos también otro tipo de ritmos que se llaman ultradianos y que suceden aproximadamente cada 90 minutos. Si, cada 90 minutos, al cerebro no le das ese descanso después de una actividad mental intensa, experimenta una gran fatiga. Muchas personas se han acostumbrado ya a descansar sus ojos después de pasar un rato largo ante el ordenador y la pantalla, pero lo cierto es que pocos permiten que su cerebro tenga esos descansos periódicos. Debemos dárselos, tal y como hacemos con los ojos. ¿Y cómo podemos lograr que descanse? Yo propongo unos métodos muy sencillos:

  • Hacer ejercicios respiratorios abdominales cada 90 minutos. La respiración abdominal, diafragmática (llevando el aire e inflando el abdomen, no el pecho) es totalmente distinta a la intercostal o torácica. Es diferente por varias razones: la primera es porque la oxigenación del organismo es mucho mejor con la respiración diafragmática; la segunda, porque produce automáticamente relajación, es decir, baja la tensión. Por eso, en el mundo oriental al diafragma se le llama el músculo sagrado. En tercer lugar, porque cuando uno se enfoca en la respiración abdominal de alguna manera deja de prestar atención a todos esos pensamientos que muchas veces son una jaula de grillos.
  • Apretar los puños... y luego soltarlos. Esta técnica, que consiste en contraer y luego relajar distintas partes del cuerpo fue inventada por el médico norteamericano Edmund Jacobson y se sabe que también produce serenidad y calma. Justo lo que necesita el cerebro para recuperarse.

  • Caminar 10 minutos tres veces al día. Este consejo es el resultado de estudios que certifican que necesitamos mover el cuerpo, salir del sedentarismo 30 minutos al día. Se puede hacer del tirón o se puede hacer en episodios de 10 minutos. Lo que es importante es saber que cuando caminamos, tenemos que acelerar el pulmón y el corazón. Lo fascinante es que, cuando eso ocurre, en el cerebro se empiezan a liberar tres sustancias (BDNF, o factor neurotrófico derivado del cerebro; IGF, o factor proinsulínico, y VGF, o factor de crecimiento nervioso inducible ) que lo que hacen es favorecer la conexión entre las neuronas y la formación de nuevos vasos sanguíneos. Estamos moviendo el cuerpo... pero también estamos mejorando el funcionamiento del cerebro.

4. Nadie tiene tanta influencia en ti mismo como tú

Uno de los mejores hospitales del mundo, la Clínica Mayo, ha estudiado detenidamente el poder del agradecimiento y ha comprobado que cuando una persona tiene pensamientos de agradecimiento –a lo que sea y hacia quien sea– antes de dormirse y al despertar hay una mejora muy sorprendente en el funcionamiento del corazón, en el funcionamiento del sistema cardiovascular y en el funcionamiento de todo lo que es el metabolismo. Hasta tal punto que personas con diabetes o con hipertensión arterial que han practicado durante meses este agradecimiento han experimentado una mejora muy significativa en el funcionamiento de esos órganos. La explicación es que es muy difícil que el miedo vaya acompañado del agradecimiento. Entonces, el agradecimiento es una forma muy sencilla, muy cercana, muy útil, muy práctica de influenciarnos en positivo y reducir el miedo con el que muchas veces se vive.

Igual que solemos descansar los ojos, hay que descansar el cerebro. Un cerebro agotado no detecta las oportunidades para ser feliz

5. Si lo puedes imaginar, lo puedes crear

Uno de los más grandes expertos en el mundo en la capacidad de la visualización para cambiar la estructura del cerebro es un español que vive en Boston y se llama Álvaro Pascual-Leone. Él ha demostrado que visualizando te cambia la estructura arquitectónica del cerebro, se forman nuevos circuitos, se desarrollan nuevas áreas. La visualización es una herramienta muy potente que usan desde grandes cirujanos a pilotos de carreras o de aviones.

6. No hay felicidad sin el otro

Romper con el individualismo tiene una influencia directa en nuestra salud física y mental.

Compartir con otras personas no solo nos proporciona un bienestar puntual, sino que logra que el cerebro libere dos hormonas potentísimas: endorfina y oxitocina. Cuando están presentes “en el entorno”, el estrés baja de inmediato.

La oxitocina es la hormona más conectada con la felicidad, es la hormona del encuentro (se conecta a una zona del cerebro llamada cíngulo anterior y hace que sintamos conexión con otros), pero también es protectora del corazón y tiene la capacidad de potenciar nuestro sistema inmune.