Querer y ser querido es uno de los objetivos en nuestra vida. El amor es un deseo generalizado, mayoritario, lo digamos o no abiertamente. Hay motivos culturales, sociales o de nuestra propia experiencia que pueden hacer que lo expresemos con más claridad o que neguemos ese deseo hasta autoconvencernos de que no queremos pareja.
Efectivamente, puede ser que creamos que estamos mejor solos si hemos vivido experiencias amorosas muy negativas. Y es que la experiencia de emparejamiento es un proceso complejo para el que no hay fórmulas mágicas. No es fácil acertar. Pero tampoco imposible.
La clave está en que pongamos un poco de cabeza donde solo ponemos corazón. Lo explica la psiquiatra Marian Rojas en sus conferencias al intentar desvelar algunos secretos sobre la felicidad. Y la elección adecuada de pareja es uno de los elementos que puede ayudarnos o no a conseguir esa anhelada felicidad.
Los motivos por los que se elige pareja
Al tratar el tema del amor, la doctora Rojas explica que a veces pregunta a sus pacientes qué les llevó a elegir a su pareja actual. Las respuestas son variadas. Hay tres líneas habituales. Explican que les atrajo por el carácter, era una persona buenísima, o por tener ciertas cualidades que le atraían, físicas, similitudes culturales, etc.
“Pero en otras ocasiones me dicen: ‘por contraposición de lo que venía’; es decir, porque venía de algo que me había hecho sufrir tanto que cualquier cosa que le recordaba me hacía huir en sentido contrario”, ha añadido.
Por eso indica que tan importante pueden ser los factores que nos atraen como las experiencias previas. Hay excepciones, por supuesto. Hay personas que no aprenden y vuelven a caer una y otra vez en el mismo error. Son casos patológicos. Lo habitual es que la experiencia nos lleve a buscar no volver a caer en lo mismo.
Cómo elegir la pareja adecuada
Lo importante para elegir bien la pareja es tener unos buenos cimientos emocionales. Ser conscientes de que la fase de elegir pareja son diferentes procesos bioquímicos, mentales y hormonales. Por resumir, la doctora recuerda una frase: “El amor cuando llega es muy ciego pero cuando se va es muy lúcido”.
Se dice que el amor es ciego porque en la primera fase de enamoramiento lo que se hiperactiva es el sistema límbico, que es la parte del cerebro que se encarga de atender y percibir las cosas que nos importan. Todas las hormonas cerebrales que tenemos empiezan como una revolución.
Esa revolución anula la zona prefrontal, que es la zona que se encarga de la razón, del control de los impulsos. No vemos nada. Da igual la edad, las diferencias culturales. No vemos problemas. Solo emoción fuerte. Este enamoramiento dura unos 17 meses de media, según la antropóloga Helen Fisher. Cuando pasa ese subidón es cuando vemos la realidad y surgen los problemas si la elección no era adecuada.
Por eso la doctora Rojas aconseja que después de la chispa, pide “poner un poco de cabeza, un poco de corteza prefrontal y preguntarse: ‘es bueno para mí, está en mis criterios’”. Para responderse a esta pregunta, tenemos que conocernos. Hemos de tener esos cimientos emocionales edificados y saber discernir qué cualidades nos interesan: si te conviene una persona deportista, con sentido del humor, trabajadora, etc.
Los otros errores al elegir pareja
Finalmente, una vez hemos puesto cabeza y hemos elegido bien la pareja, está la voluntad, el apego, el deseo de compartir una vida juntos. Es básico para que la relación se prolongue en el tiempo. “La voluntad es que, aunque los sentimientos fluctúan, y hay días que mi pareja me gusta más y otros menos, voy a trabajar esa relación”, explica la psiquiatra.
Uno de los peligros en esa búsqueda de pareja es pecar por exceso o por defecto. Las personas excesivamente perfeccionistas suelen fracasar, porque es imposible que consigan su alto estándar. No hay pareja perfecta.
Luego hay otros dos tipos de problemas que cada vez se ven más:
- El síndrome de Simón (por las siglas de soltero, inmaduro, materialista, obsesivo y neurótico). Son personas que parecen excelentes pero tienen pánico al compromiso. Parece una pérdida de libertad, de que no controlo yo mi vida. Es más común en hombres. Eso les frena para conseguir pareja.
- El síndrome de Afrodita. Se observa más en mujeres. Lo sufren estas personas que desesperadamente anhelan el amor y les vale cualquier cosa con tal de sentirse querida. Ese es su error y les hace equivocarse. Creen que la felicidad solo se consigue estando en pareja. Y no se es siempre más feliz por estar en pareja. Tener relaciones sí, pero pueden ser relaciones familiares o de amistad fuertes.