El viejo dicho establece que a la vida hay que pedirle salud, dinero y amor. Mucho nos tememos que la ciencia de la felicidad ha ido desmontando a base de estudios rigurosos este tópico. La felicidad no depende ni de la salud ni del dinero. Hay gente pobre feliz y gente rica que no lo es. Y personas con problemas de salud que muestran mayor grado de bienestar que otros que no tienen ninguna patología.
Lo único que sí parece dar felicidad es el amor. Las relaciones estables con los demás sí nos ayudan a tener bienestar y a sentirnos felices con nuestra vida. Lo más curioso es que si te sientes feliz, también la salud puede acompañarte.
Resulta que las personas que califican alto su grado de bienestar son las que acaban viviendo más años y con más salud. Los médicos y psicólogos han explicado por qué ocurre.
Los tres grandes beneficios en la salud
Pensar que tienes una buena vida y no estar todo el día quejándote de tu suerte, llena de saludable satisfacción tu cuerpo. Estos son los tres principales beneficios:
- Mejora la salud cardiovascular. Las emociones positivas contribuyen a que los vasos sanguíneos estén dilatados. Hay menos riesgo de infartos e ictus. Las personas felices también suelen tener una presión arterial más baja, lo que reduce aún más el riesgo cardiovascular.
- Fortalece las defensas. Varias investigaciones han relacionado la sensación de bienestar con una respuesta más robusta del sistema inmune. En Inglaterra se probó con voluntarios. Los que puntuaron mejor en bienestar tuvieron menos infecciones víricas ese invierno.
- Frena los problemas de estrés. El estrés crónico está vinculado no solo con más riesgo cardiovascular. También aumenta los problemas gastrointestinales, riesgo de diabetes, problemas musculares y articulares, y afecta a la salud mental, entre otros. Las emociones positivas ayuda a disminuir los niveles de cortisol, la principal hormona del estrés.
La felicidad también alarga la vida
Ya no es solo que el sentir bienestar con nuestra vida nos ayuda a enfermar menos, y por tanto a vivir más. Es que hay otros estudios que han demostrado que afecta directamente a la longevidad.
- Nos ayuda a cuidarnos más. La psicología ha comprobado que las personas felices suelen adoptar comportamientos más saludables. Comen mejor, hacen ejercicio y no necesitan asumir hábitos nocivos, como fumar, consumir alcohol en exceso o inflarse a comer.
- Nos da motivos para vivir. El Estudio de Harvard sobre el Desarrollo Adulto, que ha seguido a miles de personas durante más de 80 años, confirmó que las personas aisladas eran más infelices y perdían fácilmente el sentido a seguir viviendo. Las personas felices, que eran las que tenían relaciones sociales fuertes, encontraban potentes motivos para levantarse cada día y seguir viviendo.
- Evita el envejecimiento celular. Un estudio publicado en la revista Social Science & Medicine comprobó que las personas que hacían actos altruistas de generosidad con los otros no solo eran más felices y se sentían mejor con sus vidas útiles, también mostraban una edad biológica celular más joven.
¿Cuántos años más podemos vivir?
Todas las estadísticas coinciden en que es muy raro encontrar una persona triste y huraña longeva. La felicidad da años de vida, pero ¿cuántos? Cuantificar esos beneficios no es tan fácil y las investigaciones científicas que se han hecho no son concluyentes o el número de participantes no permite asegurarlo con certeza.
Sin embargo, sí hay varios estudios que han dado datos que pueden servirnos de pista:
- El humor da cuatro años más de vida. Las personas felices suelen mostrar mejor predisposición a reír. La risa es una muestra de felicidad y bienestar. Ayuda a fortalecer el corazón y aumenta el aporte de oxígeno en el cuerpo. Los dos, factores muy saludables. Según un informe de la Sociedad Española de Neurología, las personas risueñas viven de media unos cuatro años y medio más.
- Hay menos riesgo de muerte prematura. Un estudio en 2018 que involucró a diez mil británicos, a los que siguió durante varios años, comprobaron que los que se autodefinían como felices tenían un 35% menos de probabilidad de morir prematuramente. Otro estudio mexicano-estadounidense, de 2015, que siguió a dos mil personas, reveló que los positivos tenían la mitad de probabilidades de morir que los negativos.
A ser feliz también se aprende. Forzarse a ver la vida con una perspectiva optimista hará que seamos más resilientes ante los problemas, que nos esforcemos más por salir adelante. Eso hace que también te abras a más posibilidades y tengas más posibilidades de ser feliz. Al final es un círculo vicioso positivo. Vivirás más y vivirás mejor.