Lucía Luengas, psicóloga: "No es que no te guste discutir, es que no sabes gestionar las emociones desagradables"

No querer discutir o debatir algo no es una actitud positiva. Es una carencia. Lo adecuado es saber afrontar las diferencias aunque conlleve un momento molesto.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

Pareja hablando

No es bueno rechazar las discusiones porque también son un espacio de comunicación.

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Una de las situaciones de conflicto que se puede crear en una pareja es precisamente el que no sean capaces de gestionar el conflicto. “No quiero hablarlo porque no me gusta discutir.” Es una frase habitual en las conversaciones.

Seguramente te reconocerás o reconocerás a otros en frases de este tipo: “Es que tú lo discutes todo”, “es que a ti solo te gusta darle vueltas a lo mismo”. En apariencia, las personas que rehúyen la discusión y el conflicto parecen estar en el lado correcto, ¿no?

No es lo que opina la psicóloga Lucía Luengas, experta en relaciones y autora del libro ‘Una fortaleza en tu mente’. Para ella plantear una discusión no es malo y es incluso necesario cuando hay un vínculo afectivo.

Por qué no te gusta discutir

“No es que no te guste discutir, es que evitas tener conversaciones incómodas porque no eres capaz de sostener las emociones desagradables que la discusión despierta en ti”, ha asegurado Luengas en un vídeo en sus redes sociales.

Ese rechazo a la discusión (o, si lo prefieres, al intercambio de opiniones opuestas, que suena menos beligerante) es una dinámica que se ha de producir en las relaciones. Es raro por no decir imposible que coincidamos en todo. Por eso es bueno que se debata.

Desde pequeño pueden haberte enseñado que esta es la manera de gestionar los problemas en casa. “Pero ahora como adulto es importante que te responsabilices y que entiendas que en cualquier tipo de vínculo es importante conversar y discutir”, añade la psicóloga.

Los problemas de no hablarlo

La discusión realizada sin exaltarnos, respetando el turno de palabra y sabiendo escuchar al otro no es negativa. Es positiva. “Solo intento crear un espacio de comunicación donde poder expresarme”, dice la psicóloga poniéndose en el papel de la otra persona.

Recuerda que evitar el tema, rehuirlo y no hablarlo no va a hacer que el problema desaparezca. Al contrario, puede quedarse latente, enquistado, haciéndose cada vez más grande por falta de solución.

Otro efecto negativo es que dejas al otro con la palabra en la boca. “Eso me deja en la posición de ser yo quien esta buscando el conflicto”, ejemplifica la psicóloga. Como la mala de la película.

Insiste en que discutir no es malo, aunque pueda despertar emociones desagradables. “Hay que saber redireccionarlas y obtener una respuesta madura”, señala. Has de pensar que la otra persona sí quiere expresarse.

¿LES PASA SOBRE TODO A ELLOS?

“No dejes siempre la responsabilidad de la gestión de conflictos a segundas partes, ya sean pareja, amigos, familiares…  -aconseja Luengas-. Te harás un favor a ti y al resto.”

Es significativo que la opinión de esta psicóloga haya abierto todo un debate en redes. Sobre todo, porque Lucía Luengas ha hecho su discurso dirigiéndose a un hombre, como dando a entender que mayoritariamente son ellos los que tienen el problema de no querer afrontar la discusión.

Algunos usuarios (todos hombres) así lo han entendido y han subrayado que el problema no es no querer discutir, sino que sus parejas dan vueltas a la misma conversación.

“No quieren soluciones, solo que las escuches o que yo deje de ser como soy”, subraya uno.

“Las parejas más fuertes son aquellas capaces de enfrentarse a conversaciones incómodas atravesando juntos lo que se despierta en ellas”, señala otra usuaria.

¿Es bueno discutir por todo?

“Antes de entrar en una discusión, primero me pregunto: ¿cuál es el objetivo de esta conversación? ¿Vale la pena? ¿Es importante esta persona para mí? ¿Puede esta discusión ser constructiva para ambos? Si la mayoría de las respuestas son no, entonces simplemente no voy a discutir.”, zanja otro.

También hay quien apunta que hay personas a las que les encanta el debate por sí solo. Son personas que, como los antiguos filósofos griegos, buscan el razonamiento y la sabiduría a través de la discusión. Creen firmemente que en ese diálogo podrán extraer conclusiones.

Ese debate constante también puede ser cansino y llevar a la pareja al agotamiento. Sobre todo cuando la otra persona no es tan hábil presentando sus propios argumentos. Si te ocurre que tu pareja, tu familiar o tu amigo te cierra el debate, analiza también tú si no estás forzando demasiado, pensando que todos son iguales. Y no, no los somos.