Los consejos del psicólogo Walter Riso para quererte a ti mismo: “Hay tres enemigos ocultos en tu mente”

El psicólogo Walter Riso nos propone un cambio en la relación que tenemos con nosotros mismos, y que no siempre es tan buena como debería. Lo hace a través de una serie de pasos fundamentales para fortalecer el amor propio. Seguirlos puede ser la clave de una transformación personal.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

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Walter Riso

Walter Riso, psicólogo y escritor.

Antonio Navarro Wijkmark

“Quiero quererme a mí misma, quererme así toda, quererme tal y como soy”, canta Selena Gómez en ‘Mi camino’, tema que ha estado nominado al Oscar en esta última edición de los premios. Ese deseo, lejos de ser un acto de egoísmo, es una necesidad vital para nuestra estabilidad mental y que no siempre se consigue.

Lo tiene muy claro el profesor Walter Riso, uno de los psicólogos más prestigiosos en España y Latinoamérica, que acaba de dedicarle todo un libro para analizar y ayudar a mejorar la relación que tenemos con nosotros mismos. En Los siete pilares del amor propio (Ed. Planeta) plantea que esta relación va más allá de la autoestima. Evita que dependamos de los logros y el reconocimiento externo.

“Solo el 5% del tiempo nos prestamos atención. El resto somos actores de una película que no es la nuestra: una de zombis”, apunta el psicólogo.

Qué es y qué no es el amor propio

“Se piensa que preocuparse por uno mismo lleva a un ensimismamiento y a olvidarse de la gente que nos rodea”, lamenta Riso. Nuestra educación evita reforzar demasiado el autoelogio, el orgullo, la autoestima y la seguridad en uno mismo. Uno de los motivos es que la sociedad no ve con buenos ojos cuando el ego se infla más de la cuenta.

El resultado es que se exalta la sumisión y el autosacrificio, dos golpes a nuestro amor propio. Una educación mal entendida puede hacer que desde niños se bloquee el desarrollo de ese amor. “Lo que debes tratar de responder es: cuando te enseñaron que tal o cual cosa no debía hacerse, ¿todavía te presiona como si fueras un niño asustado?”, plantea el psicólogo.

Sentirse culpable cuando te amas a ti mismo es la barrera que hay que superar. No lo confundas con un trastorno narcisista. Eso sí, es otra cosa. Los narcisistas no desean amigos, desean fans. Tienen una patología que entrelaza tres egos: egocentrismo (todo gira en torno a ellos), egolatría (adoración a sí mismos) y egoísmo (todo para mí).

Saber diferenciar este aspecto es la base, el primer pilar del que habla Walter Riso. A partir de ahí, el siguiente objetivo es activar la aceptación incondicional de uno mismo.

Los tres enemigos para poder aceptarte

El psicólogo propone lo que llama el “ejercicio del descentramiento”. Consiste en revisar cómo actuamos con la gente a la que amamos y compararlo luego con el trato que nos damos a nosotros mismos.

Es una forma de acercarte cada vez más a esa autoaceptación incondicional que pretendemos conseguir. Es una práctica potente que conviene hacer de manera habitual y, sobre todo, cada vez que dejemos de tratarnos con amabilidad o empecemos a ser duros con uno mismo.

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En la búsqueda de esa aceptación incondicional de uno, alerta de que hay tres enemigos “que se ocultan en algún rincón de la mente, hasta que aparecen para hacerte daño”. Estos tres enemigos son:

  • La autocrítica destructiva: solo ver el lado negativo de nuestros actos, los fallos no como lecciones para aprender de los errores.
  • El perfeccionismo: nos lleva al desánimo y a la frustración permanente, porque la perfección es una meta imposible de alcanzar para cualquiera.
  • La mala comparación: mirarte en otros a los que no puedes alcanzar, provocando envidias malsanas y sensación de impotencia.

Una de las características de estos estilos malsanos es que se manifiestan de manera automática y puede que ni cuenta te des de sus efectos negativos.

Los otros pilares del amor propio

Una vez te has podido aceptar, lo que es el corazón del amor propio, los siguientes cinco pilares que has de cuidar son:

  • Trátate con amabilidad: elógiate, “cuando te felicitas tu mente y tu cuerpo te lo agradecen”, dice el psicólogo. No es un culto al ego, sino elogio del bueno. Y perdónate. Has de ser compasivo contigo mismo.
  • Aprende a marcar límites: no sigas a quien te desprecia, ni conserves información que te hace daño (“no eres atractivo”, “tu hermano es más despierto que tú”, “eres muy torpe”).
  • Cultiva el desapego: no te empecines en que las personas y las cosas sean fijas e inmutables. El amor se acaba. Quédate en los recuerdos agradables y sigue adelante.
  • Cambia tu narrativa: no permitas que el pasado te condene. Rescribe tu historia personal para que fortalezca el amor propio. Además has de recordar que la memoria no es una fotografía exacta de lo que ocurrió. Por ejemplo, si en la actualidad te sientes deprimido, quizás tu atención se dirigió más a las circunstancias desfavorables de la historia, a expensas de las favorables.
  • Vive intensamente. No sentirte digno evita que te enriquezcas con experiencias vitales. Aprende a aceptar también las cosas negativas. Rendir culto a lo positivo acabará haciendo que prefieras una mentira relajante a una verdad incómoda.