Elogio a la lentitud: por qué una vida sin prisas nos haces más felices y cómo lograrlo

Las prisas generan estrés y el estrés infelicidad. Tomarse las cosas con más calma hará que disfrutes de cada momento. Como es más fácil decir que hacer, seamos prácticos. Hay algunos sencillos hábitos que te van a ayudar a que puedas bajar el ritmo.

Pablo Cubí
Pablo Cubí del Amo

Periodista

Actualizado a

mujer tranquila serena mirando al mar en la playa
ISTOCK

El otro día estaba en el cine viendo una de las grandes producciones de la temporada junto a un joven que no dejaba de mirar el móvil y comprobar mensajes. En un momento dado tecleó (no pude evitar leerlo porque me molestaba con su luz): “¿Qué hacéis luego?

Es un ejemplo paradigmático de la vida de estrés actual. Ni disfrutaba la película, ni me la dejó disfrutar a mí. Llevamos décadas así. Pero en lugar de darnos cuenta de lo equivocado que es vivir en un estrés permanente, lo aceleramos.

Ahora no podemos disfrutar de nada, sin pensar en lo siguiente. Es ya un síndrome. Los expertos lo llaman FOMO (siglas inglesas de miedo a perderse algo). Estás ansioso por estar en todas los actos, en todas las fiestas y en todos los negocios. Y sigues así hasta que te dé un ictus o un infarto.

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¿necesitas conexión permanente?

La conexión permanente a través de las redes sociales no nos lo está poniendo fácil. De hecho, cuando sabemos de alguien que ni está en las redes ni se le espera, lo vemos como un bicho raro.

Sin embargo, los expertos en psicología y bienestar nos advierten que los raros somos los otros, cayendo en esta vorágine. Pregúntate por qué están intentando tomar medidas para que los niños y no tan niños no tengan redes hasta los 16 años.

Hay una canción del grupo de los ochenta Talking Heads titulada “Road to nowhere” (carretera a ninguna parte). El vídeo era un estupendo resumen de ese correr por la vida sin prácticamente disfrutar. Haciendo todo porque “es lo que toca”.

Pues no. La gente que se considera más feliz no está mirando el móvil mientras te habla. No llega a una fiesta para decir que se va en seguida porque tiene otra. No trabaja sin descanso esperando tener algún día dinero para hacer ese viaje soñado.

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Por qué es más feliz la vida lenta

La gente feliz disfruta del momento. Y como disfruta, lo alarga y saborea. De hecho, según los psicólogos, si aprendemos a vivir a un ritmo más lento mejoramos en muchos aspectos:

  • Tu bienestar. Al bajar el nivel de ansiedad, mejora el estado de ánimo.
  • Tu capacidad de trabajo. La lentitud permite que te concentres más, seas más eficiente y saques mejor cualquier tarea.
  • Tus relaciones. Estás más atento a las necesidades de los otros y mejoran las relaciones sociales, una de las bases de la felicidad.

Tres trucos para ralentizar

Ralentizar nuestra vida no es una tarea imposible. Sabemos que con el ritmo de vida no es fácil. Lo que has de conseguir es pensar qué te aporta intentar llegar a todo. Prioriza. Céntrate en cosas que realmente quieras o debas hacer.

Hace dos décadas ya que el escritor Carl Honoré publicó ‘Elogio de la lentitud’ (RBA). Se convirtió en un superventas y demostró que hay mucha gente deseando frenar. No fue suficiente, y hoy la mayoría seguimos sin hacerle caso. ¿Qué proponía? Te aseguro que ni pereza ni desidia, sino equilibrio. Para empezar a conseguirlo se recomienda:

  • Mastica diez veces. Es el pequeño truco que se extrae del movimiento de comer lentamente (slow food), una de las líneas de pensamiento en esta filosofía de vida. Tomarse tiempo para preparar la comida y disfrutarla es básico. Te pierdes uno de los placeres de la vida. Para empezar, al menos mastica diez veces. Es un ejercicio que te ayudará a concentrarte y apreciar el plato.
  • Haz la grulla blanca. Ya que hemos empezado hablando de cine, aquí tienes otra referencia cinéfila. ‘Karate kid’ puso de moda esta postura de taichí. Extiende los brazos y apóyate sobre una pierna en equilibrio. Luego baja los brazos y te encoges hasta abrazarte las rodillas. Una forma de entrar en el taichí que tiene muchos otros beneficios.
  • Medita diez minutos. Para desacelerar nada como el yoga. Como no podemos reducir de cien a cero, te proponemos un simple ejercicio para ir cogiendo el gusto a la meditación. Dedica diez minutos a concentrarte en tu respiración. ¡Puedes perder diez minutos! Inspira, aguanta unos segundos y expira lentamente. El secreto es concentrarse en la respiración y tu mente no se ocupará de nada más. Ya verás lo bien que sienta.
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Otras formas de desacelerar tu vida

Otro de los aspectos importantes, es autoconvencerse de que hay que frenar. El cambio de mentalidad es importante. Aquí tienes algunas formas de conseguir cambiar para que tu cerebro también se desacelere.

  • Mira ‘Perfect days’. Volvemos al cine. A mi compañero de butaca me hubiera gustado recomendarle esta película de Wim Wenders, nominada al Oscar. Es lenta, pero deja un buen poso de cómo ser feliz con el día a día. El protagonista es un limpiador de lavabos en Tokio. Impacta en el buen sentido.  
  • Piensa el tiempo en círculo. Uno de los errores frecuentes es ver la vida como una línea. Si tenemos siempre ese pensamiento, creemos avanzar y por eso no paramos. Si preguntas a los más ancianos, te dirán que, con perspectiva, el tiempo se percibe más circular. Cada mañana se repiten las rutinas. Las repiten el sol y los astros. Nuestras biología está creada para ser así: repetitiva. No puedes evitar comer a las horas, dormir cuando tienes sueño. Piensa así y no tendrás tanta prisa.
  • Aprende a decir “no”. A veces tenemos que negarnos a hacer todo lo que nos piden, incluso si nos apetece. Por nuestra propia salud y bienestar. Por no quedar mal, por presión social o familiar nos imponemos más cargas de las que podemos asumir. Cuídate y piensa primero en ti.
  • Quéjate menos y ríe más. Un consejo muy útil para acelerar el bienestar. El humor es una gran dosis de felicidad. Busca los momentos de risa y no te quejes. Si criticas constantemente ahuyentas a los demás y evitas que disfrutéis del momento.