La pérdida de un ser querido nos hace envejecer más rápido, según un estudio

Investigadores de la Universidad de Columbia concluyen que las personas que han sufrido la pérdida de sus padres, hermanos, hijos o la pareja muestran una edad biológica mayor.

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Eva Carnero

Periodista especializada en bienestar y nutrición

Actualizado a

Mujer triste

La pérdida de un ser querido puede acelerar el proceso de envejecimiento.

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Existe la creencia generalizada de que los golpes que nos da la vida (los malos) nos hacen crecer emocionalmente. Cuando una persona querida de nuestro entorno más cercano fallece, nuestra realidad se trastoca y establece un nuevo orden de prioridades. Como se suele decir, a partir de ese momento, uno nunca vuelve a ser el de antes, se "recompone", aprende a vivir con ello y sigue adelante.

Eso y sus infinitas variantes, es lo que ocurre a nivel psicológico. Ahora bien, lo que no se había estudiado a fondo hasta ahora es la repercusión del fallecimiento de un ser querido en la edad biológica de las personas. 

¿Es posible que la muerte de una persona cercana nos haga envejecer más rápido? Eso es lo que se preguntó un grupo de investigadores de la Escuela de Salud Pública Mailman de la Universidad de Columbia y el Centro de Envejecimiento Butler Columbia (EE.UU.), quienes tras llevar a cabo una investigación al respecto, llegaron a la conclusión de que las personas que perdieron a un padre, pareja, hermano o hijo mostraban signos de una edad biológica mayor en comparación con quienes no habían experimentado tales pérdidas. La investigación se publicó en JAMA Network Open.

origen emocional

A medida que pasa el tiempo se produce un deterioro gradual del funcionamiento de todo el organismo. Todas y cada una de las células de nuestro cuerpo van envejeciendo, lo que significa, entre otras cosas, un mayor riesgo de desarrollar enfermedades crónicas. Para medir este tipo de deterioro, los científicos utilizan marcadores de ADN conocidos como relojes epigenéticos.

Con este escenario de fondo, Allison Aiello, autora principal del estudio, asegura que "los resultados del trabajo de investigación muestran fuertes vínculos entre la pérdida de seres queridos a lo largo de la vida, desde la infancia hasta la edad adulta, y un envejecimiento biológico más rápido en los EE.UU.". 

Para llegar a esta conclusión, Aiello y sus colegas utilizaron datos del Estudio Longitudinal Nacional sobre la Salud de Adolescentes y Adultos, que comenzó en 1994-95 y que siguió a los participantes desde la adolescencia hasta la edad adulta.

cómo afecta en cada edad

El estudio analizó las muertes experimentadas durante la infancia o la adolescencia (hasta los 18 años) y la edad adulta (de 19 a 43 años). También examinaron el número de muertes cercanas experimentadas durante este período de tiempo.

La primera entrevistó a 20.745 adolescentes de entre 12 a 19 años. Desde entonces, se ha hecho un seguimiento de los participantes. La fase V se llevó a cabo entre 2016 y 2018 y se completaron entrevistas con 12.300 de los participantes originales. En la última, entre 2016 y 2018, se invitó a los participantes a un examen domiciliario adicional en el que se proporcionó una muestra de sangre de los casi 4.500 voluntarios para realizar pruebas de ADN.

Los datos del envejecimiento biológico se evaluaron a partir de la metilación del ADN de la sangre utilizando relojes epigenéticos.

El duelo genético, el sentimiento de pérdida cuando se recurre a la reproducción asistida

Istock

Los resultados mostraron que casi el 40% de los participantes experimentó al menos una pérdida en la edad adulta entre las edades de 33 y 43. La pérdida de los padres fue más común en la edad adulta que en la infancia y la adolescencia (27% frente a 6%). Una mayor proporción de participantes negros (57%) e hispanos (4%) experimentaron al menos una pérdida en comparación con los participantes blancos (34%).

Las personas que experimentaron dos o más muertes tenían edades biológicas más avanzadas según varios relojes epigenéticos. Experimentar dos o más muertes cercanas en la edad adulta estaba más fuertemente vinculado al envejecimiento biológico que experimentar una pérdida y significativamente más que no sufrir ninguna pérdida.

"La relación entre la pérdida de seres queridos y los problemas de salud a lo largo de la vida está bien establecida -asegura Aiello-. Pero algunas etapas de la vida pueden ser más vulnerables a los riesgos de salud asociados con la pérdida y la acumulación de pérdidas parece ser un factor significativo".

más joven, más vulnerable

Perder a un padre o a un hermano en una etapa temprana de la vida puede ser muy traumático y, a menudo, derivar en problemas de salud mental y cognitivos, mayores riesgos de enfermedades cardíacas y una mayor probabilidad de morir antes. 

Además, la muerte de un familiar cercano a cualquier edad plantea riesgos para la salud, y las pérdidas repetidas pueden aumentar los riesgos de enfermedades cardíacas, mortalidad y demencia; y las repercusiones pueden persistir o hacerse evidentes mucho después del suceso.

Los investigadores enfatizan que, si bien la pérdida a cualquier edad puede tener impactos duraderos en la salud, los efectos podrían ser más graves durante períodos clave del desarrollo, como la infancia o la adultez temprana.

Ahora bien, Aiello recalca que aunque todavía no se sabe cómo la pérdida conduce a una mala salud y una mayor mortalidad, "el envejecimiento biológico puede ser un mecanismo, como se sugiere en nuestro estudio. Las investigaciones futuras deberían centrarse en encontrar formas de reducir las pérdidas desproporcionadas entre los grupos vulnerables. Para quienes experimentan una pérdida, es esencial proporcionar recursos para afrontar y abordar el trauma".