Ansiedad y riesgo de demencia: un estudio demuestra su estrecha conexión

La ansiedad se ha relacionado con diversos trastornos y enfermedades asociados a su sintomatología. Sin embargo, un reciente estudio va un paso más allá demostrando la evidente relación entre los trastornos de ansiedad y el riesgo de sufrir demencia.

Celia Perez León
Celia Pérez León

Redactora especializada en salud y nutrición

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ISTOCK

La ansiedad es una de las grandes “epidemias” de la sociedad moderna. La Organización Mundial de la Salud señala que alrededor del 6,6% de la población padece, o ha padecido, un trastorno de ansiedad a lo largo de su vida. Son muchos los estudios que han conseguido relacionar la ansiedad con diversas enfermedades vasculares, e incluso con la demencia.

Pero quedaba explorar como la ansiedad crónica puede influir sobre el riesgo de padecer demencia. Es decir, faltaba explorar su efecto a largo plazo. Y es eso, precisamente, lo que han hecho en este nuevo estudio publicado en la Journal of American Geriatrics Society, que ofrece reveladores datos que reflejan la relación de la ansiedad crónica con la demencia.

El deterioro de la ansiedad

 Desde un punto de vista médico, un trastorno de ansiedad es una afección mental caracterizada por una preocupación o miedo excesivo y persistente. Aunque definir la ansiedad en el siglo XXI parece innecesario, dado que cerca del 6,6% de la población mundial, según datos de la OMS, ha sufrido a lo largo de su vida algún trastorno de ansiedad.

La ansiedad excesiva, es decir, intensa, frecuente y duradera, viene acompañada de síntomas físicos: palpitaciones, sudoración, temblores, mareos, tensión muscular, dolores de cabeza, problemas digestivos y dificultades para dormir, entre otros. Este tipo de trastornos interfieren en la vida diaria de quienes los padecen, afectando a la realización de tareas cotidianas, a las relaciones interpersonales y a las capacidades cognitivas.

Sin embargo, un aspecto aún más preocupante de la ansiedad es su relación con determinadas enfermedades. En particular, con enfermedades vasculares y con la demencia.

Según han expresado diversos expertos en distintos estudios, la ansiedad podría relacionarse con este tipo de enfermedades por medio de la inflamación neuronal, la atrofia cerebral e hipocampal, la apoptosis celular e incluso por medio de enfermedades cardiovasculares.

Además, debemos tener en cuenta los mecanismos indirectos que pueden aumentar el riesgo de sufrir demencia. Quienes padecen ansiedad a menudo encuentran dificultad para adoptar hábitos saludables, que se asocian también al riesgo de padecer esta enfermedad.

Ansiedad crónica y demencia

Aunque no son pocos los estudios que relacionan a la ansiedad con la demencia, no existían investigaciones que abordaran este problema desde el punto de vista de la cronicidad. Es decir, ¿es la ansiedad puntual o la crónica la que aumenta el riesgo de padecer demencia?

La Universidad Lambton Heights, en New Castel, realizó un estudio en el que buscaban abordar, precisamente, este asunto. Los resultados parecen ser claros, tal y como explica Kay Khaing, primer autor del estudio. La ansiedad es un nuevo factor de riesgo a tener en cuenta en la prevención de demencia.

Para llegar a esta conclusión, los expertos estudiaron a más de 2.000 personas con una edad media de 76 años durante 10 años. Midieron la ansiedad usando la Escala Distrés Psicológico de Kessler y utilizaron los 10 códigos de la Clasificación Internacional de Enfermedades para definir la demencia.

De esta forma, consiguieron dilucidar que el riesgo de padecer ansiedad crónica o de nueva aparición aumenta el riesgo de padecer demencia entre 2,8 y 3,2 veces. Estos riesgos parecen ser aún mayores en adultos con ansiedad menores de 70 años.

Eliminando el riesgo

Los datos parecen alarmantes. De hecho, se calcula que en 2030 serán más de 78 millones de personas las que padecerán demencia en el mundo, en gran medida a causa del envejecimiento general de la población. En 2020, fue la séptima causa principal de muerte a nivel mundial, y la segunda en los países con altas rentas.

Por suerte, parece haber un resquicio de esperanza en estudios como este. Y es que los datos obtenidos demuestran que la ansiedad resuelta reduce el riesgo de padecer demencia, llegando a cifras muy similares a las de aquellos que nunca han padecido un trastorno de ansiedad. Por tanto, el manejo y el tratamiento de la ansiedad podría ser una estrategia factible para reducir el riesgo de demencia.