Dr. Oriol Grau, neurólogo: "El horizonte en la investigación del alzhéimer es claramente esperanzador"

Comprender cada día mejor todo lo que influye en la aparición del alzhéimer y utilizar ese conocimiento para prevenir y tratar la enfermedad es uno de los objetivos del grupo de investigación del Barcelonaβeta Brain Research Center que lidera el Dr. Oriol Grau. El neurólogo nos explica los principales avances de la enfermedad.

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

Actualizado a

Fundación Pasqual Maragall

Doctor Oriol Grau, neurólogo.

Los trastornos cognitivos en general, y el alzhéimer en particular, son la piedra angular de la trayectoria del doctor Oriol Grau. Un trabajo que le ha llevado a ser el responsable del Grupo de Investigación Clínica y en Factores de Riesgo por Enfermedades Neurodegenerativas del Barcelonaβeta Brain Research Center (BBRC), el centro de investigación de la Fundación Pasqual Maragall. 

En la siguiente entrevista nos aporta su visión sobre el presente y el futuro de la enfermedad de Alzheimer, un trastorno que, según datos de la fundación, afecta ya a más de 900.000 personas en España. 

¿Cree usted que tanto a nivel médico como a nivel social cada vez somos más conscientes de la importancia de detectarlo cuanto antes para intentar frenar al máximo la progresión de la enfermedad?

Sí. Creo que se está perdiendo la visión de que no se puede hacer nada frente a ella, sobre todo ahora que ya empieza a haber tratamientos que pueden ralentizar la progresión de la enfermedad, como el que recientemente ha aprobado la Agencia Europea del Medicamento. Pero, independientemente de esto, acudir al médico cuanto antes es fundamental porque, aunque no haya todavía una solución digamos que definitiva para esta enfermedad, hacer un diagnóstico precoz puede ayudar a tomar medidas preventivas y a programar mejor las etapas que vendrán. 

En cuanto al conocimiento del alzhéimer, cada vez se sabe más sobre los mecanismos implicados en su aparición. ¿Qué avances hay al respecto?

Para que se produzca la enfermedad deben acumularse proteínas beta-amiloide y tau en el cerebro, eso lo sabemos desde hace tiempo. Pero cada vez entendemos más que el alzhéimer no ocurre de forma aislada. Hay ciertos factores que pueden influir en cómo se presenta y cómo progresa, y uno de ellos es la inflamación. 

En las fases iniciales, parece ser que hay un cierto grado de inflamación controlada que puede ser hasta beneficioso, porque ayuda a minimizar el daño inicial. Pero cuando la enfermedad avanza, la inflamación se descontrola y pasa de ser protectora a potenciar o aumentar el daño cerebral. Es un fenómeno importante que se está estudiando cada vez más, también para desarrollar nuevos tratamientos. 

¿Este proceso inflamatorio podría estar relacionado con algunas líneas de investigación que indican que ciertos virus, como el del herpes simple tipo 1, pueden influenciar en la aparición del alzhéimer?

Tener una infección no provoca alzhéimer, pero sí que podría aumentar un poco el riesgo, y esto tal vez tiene que ver con mecanismos relacionados con la inflamación, en efecto. La verdad es que todavía no está muy claro, pero si finalmente se llega a la conclusión de que hay determinadas infecciones que pueden aumentar el riesgo, es algo sobre lo que podemos plantearnos actuar para desarrollar estrategias preventivas lo más eficaces posible.

Reforzar las defensas reduce el riesgo de alzheimer

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Respecto a las líneas de investigación que está llevando a cabo la Fundación Pasqual Maragall, hasta qué punto el Estudio Alfa, en el que participan más de 2.700 personas sin alzhéimer que se someten a seguimientos y pruebas periódicas, les ha permitido avanzar en el conocimiento de la enfermedad?

El Estudio Alfa es pionero, en su momento fue una apuesta muy visionaria y no exenta de riesgo. Pero lo cierto es que el tiempo nos ha dado la razón porque el foco en la investigación del trastorno se ha ido poniendo cada vez más en la prevención, en actuar en las fases más iniciales. Y la cohorte Alfa se ha centrado en lo que llamamos la fase preclínica del alzhéimer, todo aquello que ocurre antes de la aparición de los primeros síntomas. Iniciativas como esta están demostrando ser muy útiles para desarrollar y validar biomarcadores que permitan detectar cambios precoces, factores de riesgo...

¿Cuáles son los hallazgos más representativos que les ha permitido este estudio?

Uno de ellos es, precisamente, poder entender mejor y poder validar nuevos biomarcadores del alzhéimer en sangre. Sin duda, han sido la gran revolución de los últimos años. Ya están llegando al nivel de precisión diagnóstica de los biomarcadores en líquido cefalorraquídeo. 

Una aplicación práctica que se está implantando ya con este tipo de biomarcadores es aplicarlos para mejorar la identificación de personas que pueden participar en ensayos clínicos. Es una prueba menos invasiva, más barata y permite saber qué personas tienen amiloide  en el cerebro y se pueden beneficiar de tratamientos dirigidos contra esta proteína. Y cada vez veremos como estos biomarcadores tienen más aplicaciones. Incluso podrían llegar a utilizarse en un cribado más generalizado, como se hace hoy en día con el cáncer de mama o el de colon. Todavía falta, pero yo creo que tarde o temprano es algo que llegará. 

Por sus palabras parece que el futuro en lo que a investigación del alzhéimer se refiere es bastante esperanzador...

Así es. Creo que estamos en un momento de mucho optimismo, con un horizonte claramente esperanzador. Ya en las últimas dos décadas ha habido un salto de gigante en cuanto al conocimiento de la enfermedad, pero es que en los últimos años todo se ha acelerado precisamente con el descubrimiento de los biomarcadores en sangre y de tratamientos que enlentecen la progresión de la enfermedad. Esto, con respecto a donde veníamos, es una diferencia abismal, y es solo el principio. 

Aunque veo curar el alzhéimer como un objetivo muy ambicioso, y sinceramente no sé si es posible, sí que imagino que puede llegar a convertirse en una enfermedad crónica en la que las fases avanzadas llegarán mucho más tarde, aumentando notablemente la calidad de vida de la persona afectada y sus familiares.