Hay varios estudios que relacionan los problemas que supone el consumo en exceso de azúcar en la infancia con la salud. La Organización Mundial de la Salud se ha hecho eco de algunos de ellos. Ha avisado en diversas ocasiones que tomar muchos alimentos con azúcar añadida se asocia a una mala calidad de la dieta, obesidad y un mayor riesgo futuro de enfermedades cardiovasculares y diabetes tipo 2.
El consumo de refrescos y zumos, bebidas muy azucaradas, está siendo uno de los caballos de batalla. La Agencia Española de Seguridad Alimentaria ha confirmado que un gran número de los problemas de obesidad, caries y diabetes empiezan así.
En este sentido, acaba de aparecer un nuevo estudio llevado a cabo por un equipo liderado por Tadeja Gracner, investigadora de la Universidad de Berkeley (Estados Unidos). Es muy interesante por la gran cantidad de participantes y el tiempo que abarca: más de setenta años.
Efectos del azúcar los primeros mil días
El estudio evaluó cómo el consumo de azucares simples en los primeros 1.000 días de vida. Eso supone aproximadamente desde la concepción hasta los 2 años. Para ello utilizaron una base de datos de personas que nacieron en Inglaterra tras la Segunda Guerra Mundial.
En esos años de posguerra hubo racionamientos y los recién nacidos tuvieron restricciones de azúcar. Un factor social generalizado que ha servido para poder sacar conclusiones.
Se han analizado datos de más de 60.000 personas. Los investigadores exploraron si los descendientes de madres que sufrieron una restricción de azúcar tenían más, menos o igual riesgo de desarrollar diabetes tipo 2 e hipertensión en comparación con los descendientes que nacieron tras ese periodo de restricción.
Los resultados muestran que aquellos que estuvieron expuestos a bajos niveles de azúcar en sus primeros años de vida tenían un riesgo mucho menor.
Qué pasa con los que toman azúcar
“Demostramos que una dieta rica en azúcar en una etapa temprana de la vida tiene grandes efectos adversos en la salud de los adultos más de cincuenta años después”, ha explicado la profesora Gracner.
Su equipo ya había utilizado el Biobank del Reino Unido anteriormente. Esa base que engloba los análisis de miles de personas ha servido para que los investigadores compararan e hicieran multitud de estudios. En su anterior análisis la profesora Gracner había seguido la evolución de una parte de la población nacida después de 1953, cuando se acabó el racionamiento de azúcar. Así ha podido comparar ambos grupos.
“La ingesta excesiva de azúcar en los primeros años de vida condujo a una mayor prevalencia de inflamación crónica, diabetes, colesterol elevado y artritis”, relataba la investigadora.
Y no solo la salud, también asegura que afecta al bienestar económico: “Disminuyó la educación postsecundaria, las opciones de tener una ocupación cualificada y acumular una riqueza por encima de la media”.
No añadas aún más azúcar
“En cierto modo, esta investigación valida los resultados de estudios previos y sus hallazgos apoyan las recomendaciones de las guías dietéticas que buscan reducir el consumo de azúcares simples durante la etapa gestacional y la primera infancia”, ha analizado el profesor y experto en nutrición Jesús García Gavilán, de la Universidad Rovira i Virgili.
De todas formas, este especialista recuerda que los estudios se hacen a partir de datos de una población muy determinada, la británica, en una época concreta. “El tipo y disponibilidad de productos ultraprocesados podría ser muy diferente a la actual”, ha precisado García Gavilán, en declaraciones a la agencia SMC España.
En lo que coinciden los expertos entrevistados es en que, si bien este estudio no demuestra que limitar el azúcar esos primeros años lleve directamente a evitar las enfermedades crónicas asociadas, sí ayuda a apoyar las otras evidencias científicas que hay respecto a los riesgos que tiene el azúcar añadido.
“No solo hay que tener en cuenta el azúcar que se añade a los productos alimenticios, sino también el azúcar libre”, puntualiza el biólogo Rafael Urrialde de Andrés, de la Universidad Complutense de Madrid.
El azúcar libre es el que se aporta a través de determinados productos alimenticios y que no tenemos tan presente. Por ejemplo la miel, los jarabes, los concentrados de fruta.
“En el caso de frutas y zumos, mejor que esos azúcares libres sean a través de frutas porque su digestibilidad es más lenta y su absorción también, lo que implica un menor índice glicémico”, ha dicho Urrialde a SMC.