La dieta keto que se ha popularizado en los últimos años sobre todo entre adolescentes y deportistas es una dieta ya muy conocida y cuestionada, la dieta cetogénica. Esta dieta consiste en aumentar las grasas saludables, bajar drásticamente los hidratos de carbono, como la pasta, y subir algo las prote��nas, como la carne.
Inicialmente esta dieta tuvo un fin terapéutico. Se estudió y prescribió para tratar la epilepsia. Ha estado siempre en los análisis de los neurólogos. Por eso no debe sorprendernos que ahora se haya visto que puede tener beneficios para otra grave enfermedad neurológica: el alzhéimer.
Cómo afecta la dieta keto al alzhéimer
Un grupo de científicos de la Universidad de California han visto que seguir parcialmente la dieta keto tenía muy buen resultado en reducir el riesgo de padecer alzhéimer en las personas con más posibilidades de padecerla.
Para comprender el estudio, lo primero es que recordemos qué pasa en el cerebro de las personas con alzhéimer. Esta enfermedad neurodegenerativa tiene como protagonistas dos tipos de proteínas del cerebro:
- La beta-amiloide: se junta formando placas en las conexiones neuronales e impide que se comuniquen entre ellas.
- La tau: esta proteína está en el interior de las neuronas. Colabora en transmitir la información y ayuda a crear nuevas células. En la enfermedad se acumula formando ovillos. Provoca un mal funcionamiento de la neurona, que acaba muriendo. También impide una buena limpieza de las proteínas beta-amiloides.
No se sabe aún los mecanismos que llevan a que estas proteínas se descontrolen. Lo que han descubierto los científicos californianos es que con la dieta keto se puede reducir de manera significativa los niveles de la proteína tau en la sangre.
¿Cómo se consiguen los mejores resultados?
Antes de que nos lancemos a hacer esta famosa dieta, vamos a precisar hasta dónde llegan los descubrimientos de este equipo. Empecemos por señalar que no son pruebas en humanos. Se han hecho en laboratorio con unos ratos muy específicos diseñados genéticamente para reproducir las mutaciones que se asocian al alzhéimer.
Dieron durante seis meses una dieta cetogenética a un grupo de estos ratones. A otro grupo le dividieron la dieta: por la mañana les daban una alimentación normal y por la tarde la dieta keto.
Con esta dieta, al no recibir energía suficiente (los hidratos de carbono) el cuerpo se estresa y produce más cetonas en la sangre, los ácidos para descomponer la grasa. Eso es la cetosis. El primer grupo de ratones estaban en cetosis permanente y el segundo de manera intermitente.
Al cabo medio años hicieron varias pruebas de inteligencia con los roedores para ver si habían conseguido mejorar la memoria. Se vio que no había mejora en el aprendizaje o la memoria. Pero tanto los ratones con dieta continua como intermitente sí mostraron menos proteína tau y una disminución de los niveles de colesterol.
¿Es razonable seguir esta dieta?
Esa reducción importante del colesterol es positiva y significativa. Además de que ayuda a adelgazar y mejora la circulación de la sangre, se ha relacionado niveles altos de colesterol con mayor riesgo de alzhéimer.
Todos estos hallazgos son aspectos a favor de seguir esta dieta. Sin embargo, los nutricionistas han dejado claro que la dieta keto no es una dieta equilibrada ni que se pueda seguir sin control. Hay tres problemas básicos:
- Cetoacidosis: es el problema que aparece cuando la cetosis se mantiene demasiado tiempo. Disminuye la acidez de la sangre y hay riesgo de que el oxígeno no circule bien.
- Digestión: se come menos fibra, al reducir la fruta y los vegetales, lo que provoca estreñimiento, mal aliento y puede afectar al humor.
- Carencia de vitaminas y minerales: faltan nutrientes lo que obliga a tomar suplementos.
La dieta discontinua, que funcionó en ratones igual que la continua, puede paliar en parte el problema. No obstante, deja muchos puntos por aclarar.
Quién puede seguir esta dieta
No hay pruebas de que cure en modo alguno el avance del alzhéimer. Solo hay indicios de que podría ser beneficiosa para una prevención. No cabe duda de que todo avance es positivo. Ahora hemos de ver hacia dónde nos lleva esto.
Las personas con antecedentes familiares y, por tanto, riesgo genético de sufrir alzhéimer pueden tener motivos para hacer caso a este estudio. “En estas personas, los cambios en la dieta pueden ser beneficiosos para ralentizar o reducir algunos aspectos de la aparición y avance de la enfermedad”, asegura la bióloga molecular Jennifer Rutkowsky, directora de la investigación.
¿Cuál ha de ser el siguiente paso? Seguir investigando y probando opciones entre la población susceptible. “La traslación de este estudio a los seres humanos es ver cómo reaccionan a una dieta cetogénica (o simplemente un suplemento de cetonas) antes del desarrollo de los principales síntomas de la enfermedad”, añade Rutkowsky.
Como eso supone obligar a la población susceptible a un cambio significativo de sus hábitos de alimentación, lo primero es determinar bien si los beneficios son suficientemente claros para hacerlo.