Cada vez más personas superan un cáncer, pero no bajemos la guardia

Hay que estudiar por qué tras tratar un cáncer a veces aparece un segundo tumor o el cerebro pierde agilidad. En los próximos años tendremos respuesta a muchas incógnitas de hoy.

Manel Esteller
Dr. Manel Esteller

Catedrático de genética

Actualizado a

CANCER

La detección precoz del cáncer ha mejorado los pronósticos.

ISTOCK

El devenir y la inmediatez de la vida diaria se rompen y los temores aparecen ante uno con toda su crudeza cuando recibimos el diagnóstico de una enfermedad grave.

Un ejemplo de los más típicos es cuando se comunica al paciente que tiene un cáncer. Muchas veces sucede a personas que a sus treinta o cuarenta años aún tienen muchos planes por delante. Los médicos presencian el impacto de esas reacciones a diario. Primero la incredulidad (“No puede estar ocurriéndome a mí”), luego la rabia (“No es justo”), posteriormente la culpa (“Qué habré hecho mal”) y, finalmente, la aceptación.

De todos modos, gracias a la investigación, hoy en día conseguimos unas altas tasas de curación. Por eso, muchas de esas personas podrán ver cumplidos sus planes de futuro, ya que hoy se curan alrededor de un 65 % de los tumores. Es un promedio, claro. En algunos cánceres lograremos una supervivencia del 95 % y, en otros, solo el 5 %.

Es lo que tienen las frías matemáticas, que aportan un porcentaje total, sin valorar ni personas ni sentimientos. Estos se desbocan aún más cuando el cáncer aparece en los niños porque, entre otras cosas, sentimos que ellos son nuestra esperanza, los portadores de nuestros sueños de futuro, los que conseguirán ser aquello que nosotros no pudimos y quienes lograrán un mundo mejor. 

Todo puede quedar como un mal trago de la infancia y, pese a toda esa carga emocional, aquí tenemos otra buena noticia: la supervivencia en oncología pediátrica es superior a la del adulto. Hay leucemias infantiles con tasas de curación cercanas al 100 %, aunque para otros tumores –como algunos del cerebro– los datos no son tan optimistas. 

Se investiga el cáncer sin descanso

Los científicos no bajamos la guardia; estamos comprobando que algunos adultos que superaron un cáncer en su infancia sufren un segundo tumor. No conocemos completamente las causas: puede ser que haya cierto grado de predisposición hereditaria, pero también puede ser que los tratamientos agresivos que les salvaron la vida entonces hayan provocado lesiones en su material genético y que eso haya servido de trampolín para que, varios años después, se forme ese segundo tumor.

Seguimos sospechando de los tumores secundarios. Con la inmunoterapia, la terapia más novedosa del cáncer que usa células inmunes como tratamiento, también empiezan a verse tumores secundarios. Esos pacientes recibieron linfocitos T modificados genéticamente en el laboratorio para ser más fuertes y “comerse” a la leucemia o al linfoma. Pero parece que esos linfocitos reforzados se pueden volver malignos. 

Puede haber también efectos sobre el cerebro: estamos detectando igualmente que adultos que recibieron quimioterapia o radioterapia reaccionan o piensan un poco más lento, como si el tratamiento hubiera afectado algo a sus neuronas. De todo ello nos tendremos que ocupar investigadores y médicos en los próximos años. 

Lo que está claro es que una persona que ha sobrevivido al cáncer te cambia la perspectiva de la vida porque se vuelven más espirituales y te enseñan que cada momento que respiramos es precioso. Para mí, son maestros de vida.