Si atendemos a las cifras de las grandes organizaciones internacionales, el déficit de yodo en el mundo es una carencia generalizada, y España no es un excepción. De hecho, siete de cada diez españoles sufre déficit de yodo por la ingesta insuficiente de este componente, lo que puede causar bocio y desencadenar un cáncer de tiroides, en el peor de los casos.
En este estado de cosas, desde diversos frentes se proponen distintas estrategias con el fin de frenar en lo posible esta situación. En este sentido, desde hace unos años, la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) exige la universalización de la sal yodada en España e incluirla en toda la cadena alimentaria para garantizar la ingesta suficiente de yodo y que la tiroides funcione bien, ya que su déficit es la primera causa de déficit cognitivo evitable.
fuente principal de yodo
A pesar de este déficit generalizado, la buena noticia es que alcanzar la cantidad mínima recomendada (200 mcg diarios en el caso de los adultos), es bastante sencillo. De hecho, basta con consumir sal yodada. En este sentido, en España, desde los años 80, existe una campaña para prevenir este déficit a través de la condimentación de alimentos con este tipo de sal.
Por tanto, tomar este condimento es fundamental porque "con ello, es mucho más fácil alcanzar la suficiente cantidad de yodo que necesitamos al día, para que nuestra tiroides funcione correctamente. El yodo es como un ladrillo con el que facilitamos la síntesis de la hormona tiroidea", apunta el doctor Juan Carlos Galofré, endocrinólogo en el Departamento de Endocrinología y Nutrición (CUN), y miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) y de la European Thyroid Association, quien advierte que "hay que consumir poca sal, sí, pero la que se tome es mucho mejor que sea yodada".
¿Cómo identificar la Sal yodada?
Tal y como explica el doctor, un problema frecuente en la consulta es que muchas personas creen que la sal marina es sal yodada, algo que no es correcto. "Como viene del mar, y los alimentos marinos suelen ser ricos en yodo, a veces se cae en ese error", asevera.
Por otro lado, esta confusión es fácil de resolver, ya que identificar la sal yodada es sencillo. "En el envase consta que se le ha añadido yodo para enriquecerla", aclara. Y añade: "Esto puede hacerse tanto en la sal de mesa como en la marina, que no contiene yodo de forma natural".
¿qué pasa si me falta yodo?
A grandes rasgos, ya hemos señalado cómo el yodo es un mineral fundamental en el funcionamiento de la glándula tiroides. Por esta razón, es clave mantener unos niveles adecuados. Ahora bien, ¿qué ocurre cuando nos quedamos cortos? ¿Qué consecuencias tiene para la salud el déficit de yodo?
- En primer lugar, la más conocida es el bocio, una alteración que consiste en un crecimiento importante de la glándula tiroides debido a un intento del organismo de compensar la falta de yodo en la dieta. El bocio, a su vez, puede favorecer la aparición de problemas respiratorios y de deglución.
- Fatiga o cansancio inexplicable. El déficit de yodo también puede producir hipotiroidismo (baja producción de la hormona tiroides), que puede manifestarse a través de síntomas como fatiga, aumento de la sensibilidad al frío, pies y manos frías, estreñimiento, piel seca, anemia, alteración en la composición corporal, dolor, sensibilidad y rigidez muscular y articular, alteraciones menstruales, caída de pelo, niebla mental o temblores en las manos.
- La más peligrosa de las consecuencias está vinculada al periodo de gestación. Durante el embarazo y la lactancia, la deficiencia severa de yodo puede favorecer que se produzcan abortos, muerte fetal antes de nacer, partos prematuros, anomalías congénitas, alteraciones en el desarrollo físico e intelectual, enanismo, hipotiroidismo…
más allá de la sal yodada
Sin duda, la principal fuente de yodo con la que contamos es la sal enriquecida con este mineral. Ahora bien, también podemos recurrir a otros alimentos, principalmente los de origen marino. Así, los expertos destacan el pescado, los mariscos y las algas.
Precisamente, estas son las que aportan cantidades más elevadas de yodo. De hecho, pueden superar fácilmente el límite diario recomendado, por lo que, conviene tener cuidado y no excederse con su consumo.
Por otro lado, el yodo también se encuentra en el suelo y, por lo tanto, en función de la riqueza en este mineral de las tierras de cultivo, algunos vegetales tendrán mayor o menor cantidad.
Además, los productos lácteos son otra buena fuente de yodo. Esto es así, ya que es frecuente que las vacas sean alimentadas con productos a los que se les ha añadido este mineral.
Por tanto, una dieta que incluya a diario leche, yogures o queso, pescado dos o tres veces a la semana y sal yodada de forma regular, garantiza sin problema unos niveles de yodo adecuados.