El síndrome de las piernas inquietas es uno de los trastornos del movimiento más comunes. Según estimaciones de la Sociedad Española de Neurología (SEN) en España, al menos unos 2 millones de personas padecen esta enfermedad crónica.
Un 25% de los pacientes comienzan a experimentar los síntomas de la enfermedad en la infancia o en la adolescencia. En Europa, se estima que entre un 5 y un 10% de la población adulta y entre un 2 y un 4% de los adolescentes la padecen.
Entre los 27 y los 40 años es cuando se producen la mayoría de casos y afecta el doble a las mujeres que a los hombres. Además, hasta un 20% de los pacientes sufren una forma grave de esta enfermedad. En los casos graves los síntomas suelen empezar antes de los 20 años.
A pesar del nivel de afectación, el síndrome de las piernas inquietas es una enfermedad insuficientemente diagnosticada.
La SEN apunta que hasta un 90% de los afectados podría estar sin diagnosticar. Y pueden pasar hata 10 años hasta que se realiza un diagnóstico correcto de esta enfermedad.
El Dr. Oscar Larrosa Gonzalo, neurofisiólogo, es experto en el síndrome de piernas inquietas y explicaba a Saber Vivir que esta enfermedad es todavía "una gran desconocida para muchas personas, lo que genera incomprensión, y en ocasiones no está bien tratada, por lo que los síntomas pueden intensificarse aún más".
Qué síntomas provoca el síndrome de las piernas inquietas
Los afectados definen las piernas inquietas como un hormigueo, picor, desazón, inquietud, presión o tensión interna; o como si tuvieras bichitos o un burbujeo en el interior de las piernas, en especial de rodilla hacia abajo, que te obliga a moverlas irremediablemente (estirarlas y encogerlas, patalear, frotarlas la una contra la otra…) cuando estás en reposo, ya sea sentado o tumbado.
Tanto es así que cuando la molestia aparece te empuja con frecuencia a levantarte y andar para aliviarlo. Y eso puede pasarte durmiendo, en una reunión de trabajo o viendo una película en el cine.
cómo afectan las piernas inquietas al sueño
El síndrome de las piernas inquietas tiene un ritmo circadiano nocturno, de forma que las molestias aumentan a partir de la tarde noche. "Los síntomas pueden aparecer a las 7 de la tarde mientras estás sentado en el sofá y repetirse de forma intermitente hasta las 4 de la mañana. En algunas personas aparece después de comer y no se pueden ni sentar. Es una molestia muy continua y muy problemática que afecta a la calidad del vida del paciente", afirmaba el Dr. Larrosa, socio de honor de la Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI).
La intensidad de la enfermedad puede ser variable, pero cuando es moderada o severa afecta mucho a la calidad sueño.
"Este trastorno con frecuencia machaca el sueño ya que las sensaciones desagradables en las piernas y las habituales sacudidas involuntarias y periódicas de las piernas despiertan al enfermo. De hecho, la principal causa de que acudan al médico es que duermen fatal. Tienen una calidad del sueño muy deficiente. Además, aunque estén agotados no tienen sueño de día, con lo que no compensan el sueño perdido con siestas", aseguraba el especialista en Medicina del Sueño y piernas inquietas.
El insomnio secundario no solo se traduce en fatiga diurna, también aumenta el riesgo de enfermedades asociadas a un descanso nocturno deficiente como la obesidad, la hipertensión, la diabetes o problemas cardiovasculares.
Cómo afectan las piernas inquietas a la vida personal y social
Si los problemas de sueño son la principal consecuencia física patológica del síndrome de piernas inquietas, a nivel psicológico y emocional también tiene consecuencias negativas:
- La pareja se resiente. Obviamente, el que sufre en primera persona los síntomas de la enfermedad es el enfermo, pero la pareja también lo vive de cerca y puede afectar a su descanso. Y es lógico porque las sacudidas involuntarias de las piernas y el levantarte constantemente de la cama puede fácilmente despertar a la pareja. Por eso, tal y como recordaba Larrosa, "muchas veces acaban durmiendo en habitaciones separadas".
- Hay incomprensión por parte del entorno familiar. "La gente con la que convive el afectado no suele entender cómo es posible que no pueda estarse quieto. Cuesta comprender que se trata de una enfermedad, que no lo hace porque quiere, y eso puede originar tensiones", afirmaba.
- Puede provocar problemas laborales. "Si tienes una reunión a media tarde ¿cómo explicarle a tu jefe que vas a tener que levantarte varias veces? Puedes decir que vas al baño..., pero si se repite resulta angustiante para el enfermo", decía Larrosa.
- Afecta también al ocio."Cenar por la noche con amigos o ir a un cine o un teatro de noche también es un auténtico problema porque puede resultar imposible permanecer sentado durante un tiempo", aseguraba.
- Los viajes largos en avión o en tren también "pueden ser un infierno porque no aguantan mucho tiempo quietos", concluía.
Qué causa el síndrome de las piernas inquietas
El síndrome de piernas inquietas tiene una base muy genética que provoca una dificultad en el transporte del hierro al sistema nervioso central (cerebro y médula espinal).
Cuando al sistema nervioso central no le llega bien el hierro, se alteran algunos aspectos funcionales de ciertos neurotransmisores como la dopamina, lo que desencadena los molestos síntomas.
Con frecuencia, si la carga genética es alta, se trata de una enfermedad altamente hereditaria y de aparición más temprana. Cuando dicha carga genética es menor, la enfermedad aparece más tarde y en ocasiones pueden coexistir factores o enfermedades que pueden sumarse a esa base genética y contribuir a desencadenar el trastorno. Los que tienen mayores evidencias científicas son:
- Problemas en el metabolismo del hierro. Unos niveles de ferritina bajos, la proteína encargada del transporte del hierro, o del mismo hierro en sangre, favorece la aparición de piernas inquietas en alguien predispuesto. Una causa muy habitual de ello es la presencia de sangrados crónicos, incluyendo menstruaciones abundantes.
- El embarazo. Es una etapa en la que el organismo demanda más hierro.
- La insuficiencia renal avanzada. También puede afectar al metabolismo del hierro.
- Algunos medicamentos: Determinados antidepresivos, antihistamínicos sedantes para reacciones alérgicas o que se incluyen en fórmulas anticatarrales, fármacos antipsicóticos, para problemas de náuseas o vómitos... "Muchos de estos fármacos, interfieren en el funcionamiento de neurotransmisores implicados en la enfermedad, lo que puede acelerar, provocar o empeorar el problema", afirmaba el especialista.
- Intolerancia al gluten o a la lactosa. Los trastornos que afectan a la absorción intestinal de nutrientes también pueden influir en personas predispuestas.
medidas para controlar las piernas inquietas
Cuando el síndrome es leve, el Dr. Larrosa recomienda una serie de medidas de estilo de vida que pueden ser suficientes para aliviar las molestias:
- Es clave poner en práctica una buena higiene del sueño. Ir a dormir y levantarse cada día a la misma hora, dejar pasar dos horas tras la cena antes de dormir, no usar dispositivos electrónicos en las horas finales de día...
- Realizar ejercicio de piernas moderado a media tarde. Puede ayudar a reducir el problema. "No hay que olvidar que es tan malo no hacer nada de ejercicio de piernas como hacerlo muy intenso", insistía Larrosa.
- Evitar el alcohol y la cafeína, sobre todo por la tarde-noche.
- Controlar a través de analíticas el metabolismo del hierro y los niveles de vitamina D, vitamina B12 y ácido fólico. Pueden tomarse suplementos si hay carencia pero siempre bajo supervisión médica.
- Los masajes y los baños de piernas tanto fríos como calientes ayudan a calmar los síntomas.
- Tener la mente entretenida con actividades concretas en periodos de molestias. De esa forma, asegura Larrosa, prestaremos menos atención a los síntomas.
Tratamientos para el síndrome de las piernas inquietas
Cuando las medidas anteriores no son suficientes existen medicamentos para controlar el síndrome de piernas inquietas.En este sentido, es muy importante ponerse en manos de un especialista que conozca bien la enfermedad porque algunos de los fármacos indicados para esta afectación pueden incluso empeorar el problema si no se recetan en las dosis adecuadas. Actualmente, estos son los tratamientos más habituales que se utilizan para las piernas inquietas:
- Moduladores de los receptores de la dopamina (agonistas de los receptores dopaminérgicos). "Funcionan bien, pero también deben prescribirse bien. Si se usan en dosis demasiado altas y a horarios inadecuados pueden agravar la enfermedad", advertía Larrosa.
- También se usan con frecuencia los agonistas alfa 2 delta, eficaces también contra el dolor neuropático. Aumentan el sueño profundo y con frecuencia controlan las piernas inquietas, aunque a veces no se toleran bien.
En casos muy graves que no responden adecuadamente a fármacos, se están desarrollando estrategias novedosas que están dando buenos resultados en muchos casos, como son las inyecciones de hierro intravenoso y la estimulación magnética transcraneal repetitiva.
Una ayuda para los enfermos
La Asociación Española de Síndrome de Piernas Inquietas (AESPI) se fundó en 2004 con el fin de dar apoyo a las personas que sufren el síndrome de piernas inquietas.
- Su objetivo es fomentar la investigación y divulgar todos los aspectos relativos a la enfermedad, sus posibles soluciones terapéuticas, así como sus múltiples aspectos sociales y jurídicos.
- En definitiva, un acercamiento a todo aquel que necesite información del Síndrome de Piernas Inquietas.