Los consejos de los médicos para recuperarse antes y mejor de una neumonía

Se calcula que la neumonía afecta a entre 3 y 5 personas por cada 1.000 habitantes. Una vez contraída la infección, existen medidas eficaces para encontrar alivio mientras seguimos el tratamiento médico.

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

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Neumonía

Al respirar profundamente renovamos el aire y expulsamos virus y bacterias con más facilidad.

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Quién no recuerda a aquellas abuelas que cuando éramos niños (y también si no lo éramos tanto) nos decían: “Abrígate, que vas a pillar una pulmonía”. Una afirmación que, como muchas de las frases de la sabiduría popular, tiene su explicación científica.

“El frío, en especial cuando es seco, hace que las células que recubren las vías respiratorias disminuyan su capacidad de respuesta frente a los virus, por lo que aumenta el riesgo de infecciones respiratorias”, defienden desde el Hospital Clínic de Barcelona. De entre ellas la neumonía (lo que nuestras abuelas llamaban pulmonía) es, tal vez, una de las más temidas. 

Ocurre cuando se infectan los alveolos de los pulmones, lo que les impide llenarse de suficiente aire.

  • Los alveolos, situados al final de las vías o tubos respiratorios (bronquiolos), se encargan de hacer el intercambio gaseoso. Son ellos los que hacen llegar el oxígeno a la sangre y los que recogen el dióxido de carbono para expulsarlo con la exhalación. 
  • La neumonía provoca que se llenen de líquido y pus. La consecuencia es que no puede entrar suficiente aire en ellos y el intercambio de gases no se hace bien. 
  • La mayoría de casos están provocados por bacterias (el neumococo o Streptococcus pneumoniae es la más común), pero el papel de los virus también es relevante.

Que gripes y resfriados no vayan a más

Los virus de gripe o resfriados pueden ser, precisamente, su puerta de entrada. “A veces ocurre que la bacteria causante de la neumonía infecta después de un proceso vírico”, aclara el doctor Antoni Torres, del Servicio de Neumología del Clínic.

La enfermedad vírica puede acabar debilitando las defensas del pulmón, y la bacteria lo aprovecha para atacar. En otras ocasiones, son los virus los que directamente provocan la neumonía, como pudimos comprobar, por desgracia, durante la pandemia del coronavirus. 

  • Es fundamental expulsar bien la mucosidad que se acumula: “Se recomienda sonarse con frecuencia, primero una fosa nasal y luego la otra”, nos cuenta la doctora Alba Gómez Garrido, coordinadora de la Unidad de Rehabilitación Cardiorrespiratoria del Hospital Univ. Vall d'Hebron (Barcelona). Apretar los dos orificios a la vez con el pañuelo puede aumentar la presión y hacer que los mocos, en vez de salir, bajen a los pulmones.
  • No es bueno reprimir la tos cuando estamos resfriados. “Intentar frenarla es un error, porque es ella la que facilita que salgan las secreciones. Eso sí, tampoco conviene hacerlo muy fuerte o sin descansar entre toses, porque podría acabar irritando las vías respiratorias”, aclara la especialista. 

Señales de alerta que no hay que dejar pasar

Hay que conocer, y estar muy atentos a los síntomas que puede causar. “Una fiebre alta que dura más de tres días es uno de ellos, pero sobre todo que la persona empiece a tener dificultad para respirar, que se ahogue”, alerta el doctor Torres, que también es catedrático de Neumología de la Universidad de Barcelona (UB). Son signos que vienen acompañados de mucha tos (normalmente, con flemas y mucosidad), dolor al respirar y al toser y una sensación de fatiga aunque el esfuerzo que se esté haciendo sea pequeño.

  • En las neumonías atípicas los signos no son tan evidentes. Suelen estar causadas por una bacteria (Mycoplasma pneumoniae), aunque también pueden haber otros microorganismos detrás, como virus y hongos. En ellas, uno de los síntomas que más varía es la tos: en la atípica no es con moco, sino seca. También puede notarse dolor de cuello y de cabeza, y la aparición de los síntomas es más lenta. El problema con este tipo de neumonía es que, al tener unos signos más difusos, puede costar más diagnosticarla y, mientras tanto, va atacando al pulmón. 

Si has acabado desarrollando una neumonía, las siguientes medidas pueden ayudar a tu cuerpo a combatirla.

Caminar acelera la recuperación

“Mantenerse activo dentro de lo posible, con caminatas suaves, estiramientos o ejercicios sencillos como levantarse y sentarse de una silla, favorece la circulación, la oxigenación y previene complicaciones como el colapso del pulmón”, recomienda la doctora Gómez Garrido.

  • Andar 1 hora al día puede evitar, incluso, un desenlace fatal en las personas mayores que no suelen hacer ejercicio, concluye un estudio japonés publicado en Scientific Reports
  • Hacerlo por zonas verdes puede ayudarte aún más. La polución daña el epitelio, una fina capa que recubre y protege las vías aéreas. Caminar (y respirar) por entornos naturales ayuda a disminuir ese daño.

Vahos y lavados para facilitar la expulsión

Favorecer que el organismo se deshaga de la mucosidad antes de que viaje y se instale en los pulmones es otra buena estrategia que, además, aporta alivio rápido. 

  • Los lavados nasales arrastran hacia el exterior la mucosidad acumulada en las fosas nasales”, afirma la doctora. Para hacerlos, puedes utilizar suero fisiológico o diluir una cucharadita de sal en un vaso de agua. Llena una jeringa, ladea la cabeza e introduce la mezcla por el orificio nasal que queda arriba, sin presionar demasiado la jeringa, hasta que el líquido salga por el de abajo. Eso sí, desde el Colegio de Fisioterapeutas de Catalunya recomiendan no hacerlo más de 4 veces al día para evitar que las mucosas se dañen.
  • Los vahos de vapor también contribuyen a expulsar el moco. Aprovecha para añadir unas gotas de aceite esencial de eucalipto o hierve hinojo o tomillo en el agua y te beneficiarás de sus propiedades antisépticas y expectorantes.
  • Hidratarse por dentro también es fundamental. Se recomiendan, sobre todo, los líquidos calientes, porque “el calor ayuda a relajar las mucosas y reduce la viscosidad de las secreciones, y esto alivia la congestión”, argumenta la doctora. Por eso, caldos e infusiones convienen, y nos reconfortan, tanto. Añadir un poco de cúrcuma en polvo o de raíz de jengibre puede sumar un efecto antiinflamatorio y antimicrobiano según numerosos estudios. 

Haz fisioterapia respiratoria

“La fisioterapia respiratoria ayuda a movilizar secreciones, mejora la ventilación pulmonar, previene la insuficiencia respiratoria y optimiza el intercambio de gases, acelerando la recuperación y previniendo complicaciones graves –nos cuenta la experta–. En general, en casos leves puede iniciarse el segundo o tercer día de tratamiento, si el paciente no presenta fiebre ni fatiga excesiva”.

  • “Para mejorar la mecánica respiratoria se recomiendan ejercicios de respiración abdominal-diafragmática, respiraciones con labios fruncidos o ventilaciones dirigidas”, aclara. 
  • “Pueden realizarse dos sesiones al día. En cada una, lo ideal es hacer 2-3 series por ejercicio, dejando un breve descanso entre ellos”, recomienda la doctora Gómez.

Tres sencillos ejercicios que limpian los pulmones

  • Respiración profunda. Sentada, coloca las manos sobre tu abdomen, justo debajo del pecho. Coge aire por la nariz y llena con él tus pulmones al máximo. Aguántalo ahí 2-3 segundos y suéltalo poco a poco por la boca, con los labios fruncidos. Repite 10-15 veces. 
  • Moviendo brazos. De pie, entrelaza las manos delante del cuerpo. Inspira por la nariz y, mientras lo haces, sube los brazos. Aguanta unos segundos y ve bajándolos al espirar. Repite 4 veces. Sube de nuevo llevando los brazos 4 veces a la derecha y 4 a la izquierda.

  • Con una pluma. De pie o sentada, sostén una pluma con tu mano. Coge aire por la nariz y, al soltarlo por la boca, llévalo hacia abajo para mover la partes blandas de la pluma (su estandarte). Otra opción es soplar con una pajita en un vaso de agua y hacer burbujas. 

Avances en el tratamiento médico

Para el doctor Antoni Torres vencerla sin abusar de los antibióticos es algo fundamental.

"En el intento de luchar contra las infecciones, se han dado muchos antibióticos y con duraciones no aconsejadas. Eso ha favorecido que las bacterias muten y generen resistencias a ellos. Por eso, tenemos que ir hacia los tratamientos no antibióticos –afirma el especialista–. Aunque no vamos a dejar de usarlos, todo lo que se haga para reducir los días de antibióticos es muy bueno". 

El doctor Torres, que lidera el Grupo de Investigación Aplicada en Infecciones Respiratorias del IDIBAPS (Hospital Clínic), nos cuenta también que uno de sus estudios se centra en el uso de bacterias modificadas genéticamente para tratar la neumonía."Hemos creado una cepa no virulenta de Mycoplasma pneumoniae que, una vez administrada, hace que la carga bacteriana de una de las más resistentes a los antibióticos, la P. aeruginosa, disminuya notablemente. De momento se ha testado en animales".