4 hábitos que equilibran los estrógenos

Los estrógenos son una especie de “policía” interna para la mujer en edad fértil que protege huesos, arterias y corazón. A partir de los 50, cuando los niveles de esta hormona descienden y esa protección se pierde, llevar una vida saludable es aún más importante.

doctora blanca rodriguez ayala
Dra. Blanca Rodríguez Ayala

Medicina general

Actualizado a

Estrógenos

El aspecto de nuestro cabello, piel y uñas depende en parte de los estrógenos, porque ayudan a formar colágeno.

Stocksy

Todos los procesos que a diario ocurren en tu cuerpo, y que hacen que te mantengas viva y sana (la respiración, la circulación sanguínea o la digestión), están regulados por el sistema hormonal. También se le llama sistema endocrino y está compuesto por diferentes glándulas que son las encargadas de liberar hormonas o sustancias químicas. 

Las principales glándulas endocrinas son la hipófisis, la tiroides, las paratiroides, las suprarrenales, el páncreas, los testículos en el hombre y los ovarios en la mujer. 

Y ese es nuestro punto de interés, los ovarios. O mejor dicho, las hormonas que producen: los estrógenos (estos se dividen en estronas, estradiol, estriol y estetrol que, curiosamente, lo produce el hígado del feto durante los embarazos). Pero los ovarios no solo fabrican estrógenos: también generan progesterona y andrógenos, aunque estos últimos en muy pequeña cantidad. 

Hay otras dos glándulas del cuerpo de las que salen también estrógenos: las suprarrenales (situadas sobre cada uno de los riñones) y la grasa. Sí, la grasa que acumulamos funciona casi como una glándula más capaz de generar alguna cantidad de estrógenos y verterlos a la sangre. Otro dato que no se suele conocer es que el cuerpo necesita colesterol para fabricar estrógenos (ocurre lo mismo con las hormonas masculinas, los andrógenos).

Para qué utiliza el cuerpo los estrógenos

Los estrógenos intervienen en el desarrollo de los senos y el vello púbico en la pubertad, son imprescindibles para el ciclo menstrual y para que tenga lugar la reproducción. Pero más allá de las funciones y características relacionadas con ello, estas hormonas juegan un importante papel en otras muchas cuestiones:

  • Protegen nuestros huesos. Durante la época fértil de la mujer, evitan la pérdida de masa ósea, mantienen unos buenos niveles de calcio y disminuyen el riesgo de fracturas.

  • Ayudan a regular el colesterol. Esta hormona tiene la capacidad de actuar sobre el hígado para que este produzca menos colesterol malo LDL y más colesterol bueno o HDL. 

  • También equilibran la presión arterial. Estudios científicos han demostrado que el estrógeno regula el tono vascular (relaja las paredes de los vasos sanguíneos), y aumenta el flujo de sangre que circula por ellos.

  • Distribuyen la grasa corporal. Formando la silueta femenina, que tiende a acumular más adiposidad en la parte inferior del cuerpo y en los senos, en comparación al varón. Esta es una de la razones por las que, cuando ya no hay estrógenos porque los ovarios dejan de producirlos (en la menopausia), la grasa del cuerpo tiende a redistribuirse y se acumula más en la zona central, en la barriga, y no tanto en muslos y caderas.

  • Contribuyen a la formación de colágeno. Gracias a la unión del estrógeno a unos receptores de la dermis llamados fibroblastos (son los responsables de la producción de esta proteína), retrasan el envejecimiento y mejoran el aspecto de piel, uñas y cabello.

  • Estimulan la libido. Conjuntamente con los andrógenos (hormonas masculinas también segregadas por el ovario, pero en menor cantidad), permiten que disfrutemos de una sexualidad plena aumentando el deseo.

4 formas de mantener unos niveles adecuados de estrógenos

Incluso cuando los ovarios han llegado al fin de su tarea y dejan de fabricar estrógenos, podemos hacer algo por contrarrestar la falta de estas hormonas. Estos cuatro hábitos ayudan a que por nuestro organismo siga circulando una cantidad considerable de ellos:

1. Llevar una alimentación variada

Gracias a ello obtenemos minerales y vitaminas que ayudan a que el cuerpo produzca estrógenos y los utilice bien.

  • En esta tarea son básicos el boro, que encontramos en el aguacate, las manzanas, las uvas pasas y los melocotones, pero también en el brócoli o en el cacahuete; las vitaminas del grupo B, en el arroz integral o la cebada, así como en los huevos, las carnes y los pescados; la vitamina D de champiñones, pescados azules y huevos, y la E, presente en las almendras y las pipas de girasol, la calabaza, los pimientos y los espárragos o los mangos.

2. Tomar alimentos ricos en fitoestrógenos

Todas las plantas y vegetales contienen unos antioxidantes llamados fitoquímicos, pero solo algunas aportan un tipo específico: los fitoestrógenos.

Interesa conseguirlos porque, una vez en nuestro cuerpo, imitan a los estrógenos (su estructura química es similar a la del estradiol), nuestro cuerpo los reconoce como tales y pasa a comportarse como ellos, otorgándonos algunos beneficios fisiológicos. Los más importantes son de 4 familias concretas:

  • Isoflavonas. Abundan en la soja y los productos derivados: tofu, miso y tempeh (soja fermentada). También en el trébol rojo y la alfalfa, que se pueden consumir en infusión o en brotes (fermentados).
  • Cumestanos. Se encuentran en las legumbres, los frutos secos, los cereales integrales, las hortalizas y las verduras, sobre todo, en cebollas, espinacas y crucíferas.
  • Lignanos. Las semillas de lino, calabaza y sésamo los contienen, aunque la cantidad que tomamos con ellos es pequeña. También el centeno, la soja, el brócoli, las judías y algunas bayas suman lignanos.
  • Estilbenos. Presentes en las uvas rojas, las moras, algunos frutos secos y el vino tinto, aunque este debe tomarse con moderación porque no están claros sus beneficios cardiovasculares.

3. Hacer ejercicio habitualmente

El deporte equilibra los estrógenos durante la etapa fértil de la mujer y ayuda a suplir su falta cuando entramos en la menopausia, donde hay un descenso hormonal. 

  • Durante la etapa fértil. Está demostrado científicamente que, practicando ejercicio de forma habitual, los niveles de ansiedad se reducen, el cortisol (la hormona del estrés) se regula, y se promueve la producción equilibrada de las hormonas sexuales, entre ellas los estrógenos. Llevar una vida activa tiene otro importante beneficio: libera endorfinas y serotonina, las hormonas de la felicidad. Eso puede contrarrestar los estados de ánimo más bajos, que son una de las consecuencias de las subidas y bajadas hormonales.
  • Una vez en la menopausia todavía es más necesario incluir alguna actividad física en la lista de hábitos semanales. En primer lugar, porque ayuda a reducir las molestias en los años inmediatamente anteriores y posteriores a la última menstruación (también la debilidad ósea y la concentración de grasa en el abdomen), pero en segundo lugar porque ahora se sabe –gracias a las investigaciones del Departamento de Fisiología de la Universidad de California, en Estados Unidos– que la falta de estrógenos influye en el cerebro haciéndonos menos activas: sin esas hormonas, no se activa el gen Mc4r, encargado de envíar señales a ciertas células cerebrales para que ordenen “las ganas” de moverse y hacer ejercicio. Sabiendo esa relación, podemos intentar acabar con ella y con las consecuencias del sedentarismo.

4. Consultar con el médico

Hay que tener en cuenta que, en algunos casos, pueden ser útiles tratamientos naturales a base de cimicífuga racemosa, una planta con efectos estrogénicos.