El estilo de vida que más reduce el riesgo de cáncer de mama según la Ciencia

Cada vez son más los estudios que corroboran que los hábitos de vida contribuyen a frenar el riesgo de sufrir un cáncer de mama. Te explicamos por qué y todo lo que está en nuestra mano para lograrlo.

Eva Mimbrero
Eva Mimbrero

Periodista especializada en salud

Actualizado a

Cáncer de mama

Incluir vegetales de colores diferentes en tus menús facilita que tus células se reparen mejor.

Stocksy

La comunidad científica cada vez tiene más claro que los hábitos de vida influyen en el riesgo de padecer cáncer de mama. Y la explicación está, en parte, en el propio mecanismo que desencadena este y otros tipos de tumor.

Para que un cáncer se desarrolle, es necesario que se produzcan mutaciones genéticas en las células que provoquen la pérdida de un mecanismo conocido como inhibición por contacto. Este proceso natural hace que, cuando una célula del cuerpo crece y contacta con la que tiene al lado, detenga su crecimiento para no invadir el terreno de la otra. 

Para que se den estas mutaciones puede haber cierta predisposición familiar, pero los factores externos suelen ser los que acaban determinando si se produce o no esa invasión de territorio que hace que las células crezcan descontroladamente. La doctora M.ª Jesús Pla, coordinadora de la Unidad Funcional de Mama del Hospital Universitario de Bellvitge-ICO (Barcelona), nos da más detalles sobre ello. 

  • Cada cromosoma está formado por dos brazos. Cuando hay predisposición genética, nacemos con una mutación en uno de ellos. Pero para que la célula pierda la inhibición por contacto, crezca y aparezca el cáncer, se tiene que dar otra mutación en el otro brazo. Y es algo que ocurre por factores externos”, afirma.

Evitarlos e incorporar a nuestro día a día hábitos como los siguientes, que reducen el riesgo de que se den estas mutaciones según la Ciencia es, por lo tanto, fundamental. 

1. Pon remedio si has ganado mucho peso 

Los kilos de más están estrechamente relacionados con el riesgo de cáncer de mama según varios estudios. “Esto es importante, sobre todo, cuando en nuestro cuerpo se empiezan a producir los cambios previos a la menopausia”, remarca la especialista. 

  • Las hormonas tienen mucho que ver con ello. Hay un gran número de tumores de mama que se forman, en parte, porque el nivel de estrógenos es más alto del que conviene. Durante la etapa fértil son los ovarios los principales encargados de producir esas hormonas, pero en la menopausia se forman, sobre todo, a partir de las grasas. Por eso, los kilos de más son especialmente peligrosos justo antes, durante y después de la menopausia.

2. Sigue la dieta que más te protege

Ser fiel a la Dieta Mediterránea reduce el riesgo de cáncer de mama entre un 20% y un 30%, sostienen desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Las razones están claras: 

  • Es rica en antioxidantes, que protegen a las células de posibles daños que pueden acabar derivando en mutaciones de su ADN. Asegúrate de que en tus menús no falten frutas y verduras de colores diferentes. 
  • Contiene grasas buenas. Las del pescado azul, el aceite de oliva y frutos secos como las nueces reducen la inflamación y, con ello, el riesgo de que las células se acaben dañando. La Dieta Mediterránea, además, es baja en grasas trans, saturadas y azúcares refinados (presentes en carnes procesadas, productos de bollería industrial...), que contribuyen a alterarlas. 
  • La fibra de las legumbres y de los cereales integrales también conviene. Se ha visto que, cuando producimos más estrógenos de la cuenta, la fibra ayuda a deshacerse de ellos.
  • Especias que son aliadas. El romero y la salvia, muy usadas en nuestra cocina, podrían tener un efecto antitumoral en el cáncer de mama según un reciente informe que firma, entre otros, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). 

3. Que el ejercicio forme parte de tu vida

Con un estilo de vida activo se podrían evitar hasta un 14% de casos de cáncer de mama, apunta una amplia investigación del GEICAM.

  • Combate la resistencia a la insulina, que aumenta el riesgo de este tipo de tumor. Además, contribuye a mantener un peso saludable y a reducir la cantidad de grasa que va acumulándose en el cuerpo.
  • Que implique cierto esfuerzo cardiovascular.“Andar dando un paseo tranquilo no es suficiente para que se dé este efecto”, advierte la doctora Pla.
  • Es bueno durante, y después, del tratamiento. Cuando se hace bajo recomendación médica (de forma pautada), reduce las molestias y el riesgo de que el cáncer vuelva a aparecer, y mejora el estado de ánimo. 

4. A tus células les gusta el sol

Es nuestra principal fuente de vitamina D, que contribuye a que las defensas tengan más capacidad de reparar los daños que acaban generando el tumor. 

  • Aumenta un tipo de bacterias buenas de nuestra microbiota que favorece esa labor defensiva, concluye un estudio londinense. En invierno exponte sin protección 20 min, 3 días a la semana y con los brazos descubiertos. No te excedas mucho más porque podría aumentar el riesgo de cáncer de piel. 

5. Evita tóxicos que dañan las células

Ciertos compuestos muy habituales en nuestro entorno favorecen, también, que las células acaben mutando. 

  • Alcohol y tabaco. El primero tiene una relación directa con el cáncer de mama. Se sabe que el etanol que contiene aumenta la producción de estrógenos, que puede acabar favoreciendo que las células del pecho se dañen. Y aunque las evidencias con respecto al tabaco no son tan claras como en otros tumores (pulmón, garganta...), se ha visto igualmente que el humo de tabaco aumenta el riesgo de cáncer de mama.
  • Contaminación ambiental. La concentración de micropartículas en suspensión que respiran las mujeres que viven o trabajan en una ciudad puede aumentar hasta un 28% las opciones de desarrollar este tipo de tumor en comparación con las que se mueven en entornos rurales. Lo ha comprobado un amplio estudio francés presentado en el congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) de 2023. Si tu entorno es urbano, trata de contrarrestarlo pasando más tiempo libre en la montaña o en grandes parques.
  • Metales pesados. Los alimentos en los que se mezclan algunos de ellos (como el cobre o el manganeso) podrían aumentar el riesgo de cáncer de mama según el Instituto de Investigación Biosanitaria de Granada. Aunque se sigue estudiando al respecto, frutas y verduras ecológicas podrían contener menos.

6. No te expongas a una luz intensa por la noche

Si cuando es de noche la luz es muy intensa, generamos menos melatonina. Es la hormona del sueño, pero tiene más funciones, y parece ser que producir poca podría aumentar el riesgo de desarrollar un tumor de mama.

  • Con esa exposición, los ritmos naturales del cuerpo se alteran, aumenta el estrés oxidativo y el organismo tiene menos capacidad para reparar células dañadas. Así lo advierten investigadores de la Clínica Universidad de Navarra (CUN).