El Dr. Ramón Cacabelos es uno de los expertos más distinguidos a nivel mundial en el campo de las neurociencias, la medicina genómica y la farmacogenética de las enfermedades del sistema nervioso central.
Su trayectoria profesional no deja lugar a dudas. Según el informe de ScholarGPS, el Dr. Ramón Cacabelos, Catedrático de Medicina Genómica y presidente del Grupo EuroEspes, lidera el ranking de los cinco mejores científicos del mundo en farmacogenómica desde 2022, junto con los doctores Teri E. Klein, de la Universidad de Stanford University (Estados Unidos), Jesse J. Swen, de la Universidad de Leiden (Países Bajos), Munir Pirmohamed, de la universidad de Liverpool (Reino Unido), y Chad A. Bousman, de la Universidad de Calgary (Canadá).
Durante años, la actividad del Dr. Cacabelos se ha centrado en la farmacogenómica de las enfermedades del sistema nervioso central, especialmente la enfermedad de Alzheimer y otros trastornos neuropsiquiátricos, así como el desarrollo de nuevos biomarcadores genómicos y biofármacos para enfermedades del cerebro.
En definitiva, el doctor Cacabelos es alguien que tiene mucho qué decir en su campo y cuyas palabras señalan el camino a seguir en el mundo de la investigación de la medicina genómica. Saber Vivir tuvo la oportunidad de hablar con él, y esto fue lo que nos contó.
Un año más, según el informe de ScholarGPS, lidera el ranking de los cinco mejores científicos del mundo en farmacogenética. Y ya van cinco. ¿Cómo describiría la trayectoria de esa disciplina en los últimos años?
La Medicina Genómica, en general, y la Farmacogenética, en particular, son dos de las disciplinas médicas, súper especializadas, que más desarrollo han tenido en los últimos 10 años. Si nos fijamos en la producción científica, de medicina genómica han aparecido 105.350 contribuciones científicas a nivel internacional, y de farmacogenómica, unas 20.000.
¿Cuáles diría que han sido sus logros principales en los últimos años en relación con la medicina genómica, y en concreto con la farmacogenética?
Nuestra aportación científica más relevante ha sido la primera guía mundial de farmacogenómica (World Guide for Drug Use and Pharmacogenomics) y el primer tratado de Farmacoepigenética (Pharmacoepigenetics), editado por Elsevier. A nivel estrictamente científico, hemos investigado -quizá más que nadie- el papel del gen APOE en la patogenia y el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer y hemos contribuido a la implementación de un protocolo farmacogenético para la personalización del tratamiento en la demencia y otras enfermedades del sistema nervioso.
Nuestra última aportación al conocimiento de la genómica ha sido demostrar que no hay un solo paciente con Alzheimer que no tenga algún defecto genético en su genoma. De los casi 200 genes identificados como patogénicos para el Alzheimer, la inmensa mayoría de los pacientes con demencia son portadores de un alto número de defectos genómicos que contribuyen a la muerte neuronal prematura una vez que el cerebro deja de madurar.
¿Qué es lo más urgente en el desarrollo de la farmacogenómica?
Lo más urgente que necesita esta disciplina es un plan educativo para los profesionales de la salud. En estos momentos, el porcentaje de médicos, farmacéuticos y personal sanitario que tiene algún conocimiento de farmacogenómica no llega al 5%. Si quienes tienen que implantarla y difundirla carecen de la formación adecuada es difícil que la disciplina progrese adecuadamente para beneficiar a los pacientes que consumen cualquier tipo de fármacos.
Con la vista puesta en las metas que ha mencionado ¿Cuáles diría que son las mayores dificultades o retos a los que se enfrenta?
Aparte del agujero educativo hace falta que las agencias reguladoras (FDA en EE.UU., EMA en Europa, Koseisho en Japón, NICE en Gran Bretaña, etc.) implanten como obligatorio el que cada fármaco disponga de un perfil farmacogenético para que prescriptores y usuarios sepan lo que consumen y sean conocedores del riesgo de toxicidad o eficacia terapéutica en base a su genómica individual. El perfil genómico de cada persona es responsable de la seguridad y eficacia de un medicamento en más de un 80%. Por lo tanto, es esencial que todo nuevo fármaco que se desarrolle aporte las características farmacogenéticas de las personas en las que va a funcionar y en las que va a causar daño para que los médicos puedan personalizar la administración de fármacos.
Otro aspecto fundamental es la necesidad de disponer de plataformas de inteligencia artificial que permitan una interpretación automática de los perfiles genómicos en base al fármaco que se pretende administrar, pues no es fácil que una persona, por sabia y experta que sea, tenga la capacidad de asimilar e interpretar los millones de datos que procesamos en farmacogenómica.
¿Qué aporta la medicina genómica a la medicina convencional?
La medicina genómica es esencial a cuatro niveles: etiopatogénico, diagnóstico, terapéutico y ambiental. A nivel patogénico se requiere un conocimiento molecular de las causas primarias de cualquier enfermedad. En estos momentos solo se conocen, aproximadamente, un 10% de los mecanismos patogénicos de la mayoría de las enfermedades. La genómica estructural y funcional, la epigenética, la transcriptómica, la proteómica y la metabolómica son las disciplinas de la medicina genómica que nos van a permitir conocer las causas y mecanismos de las enfermedades a nivel molecular.
Actualmente es imposible predecir o diagnosticar una enfermedad antes de que dé síntomas. Los biomarcadores genómicos y epigenéticos ya nos están permitiendo predecir el riesgo de padecer una enfermedad a nivel presintomático, lo cual es esencial para poder implantar programas de prevención eficaces, sobre todo teniendo en cuenta que más del 80% de las patologías del adulto y la vejez empiezan a dañar nuestro organismo varias décadas antes de dar síntomas.
¿Y la farmacogenómica?
La farmacogenética es la única alternativa disponible para personalizar los tratamientos y dar a cada paciente el medicamento adecuado en la dosis precisa, en vez de recetar a granel, sabiendo que ningún paciente responde de forma similar a un mismo medicamento. Y, finalmente, la genómica y la epigenética nos permiten diferenciar el peso patogénico que tiene el medio ambiente sobre la incidencia de una enfermedad.
¿Qué supondría la aplicación de la farmacogenética a las personas como individuos y como sociedad?
Los tres grandes beneficios de la farmacogenómica serían: la optimización de los recursos terapéuticos disponibles, la disminución de efectos secundarios y reacciones adversas, y la reducción del gasto farmacéutico en más de un 30%. Debemos tener en cuenta, lamentablemente, que hoy día el mal uso de fármacos se está convirtiendo en el tercer problema de salud en países desarrollados, donde un 10% de las hospitalizaciones en mayores de 50 años son debidas a tratamientos inadecuados.
¿Qué papel juega la medicina genómica en enfermedades como el cáncer, el Parkinson o el Alzheimer?
Probablemente sea el único recurso cuyo conocimiento nos permita mejorar nuestro nivel de eficacia frente a los tres grandes problemas de salud (enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades cerebrales) que representan más del 70% de la morbimortalidad en el mundo. En el caso concreto de las enfermedades neurodegenerativas debemos tomar conciencia de que nunca vamos a lograr resucitar neuronas una vez que hayan muerto. Esto quiere decir que cuando un Alzheimer o un Parkinson dan síntomas, ya son tantos los millones de células cerebrales muertas que los tratamientos convencionales lo único que consiguen es hacer trabajar más transitoriamente a las células remanentes para agotarlas posteriormente, pero nunca recuperarán las neuronas muertas.
El futuro de la lucha contra estas enfermedades radica en identificar el riesgo décadas antes de que den síntomas e intervenir profilácticamente, con planes preventivos específicos -fundamentados en principios de farmacogenómica- para evitar que las neuronas mueran prematuramente.
En su opinión, ¿cómo describiría el papel de la farmacogenómica y la medicina genómica en el futuro?
Serán la piedra angular de la medicina personalizada de las próximas décadas.