Sumergirse en una ducha de agua fría puede ser más beneficioso de lo que imaginas. Desde tiempos antiguos, se le atribuyen muchos aspectos positivos a este hábito, como mejorar la circulación, aumentar el ánimo o facilitar la recuperación muscular.
Y es que en realidad una ducha de agua fría es como un entrenamiento para tus vasos sanguíneos. Cuando te sumerges en agua fría, tus vasos se estrechan, tu corazón late más rápido, la presión arterial sube y tu respiración se acelera. ¡Es como una gimnasia vascular! Pero cuando sales, ocurre lo contrario: los vasos se dilatan, el ritmo cardíaco disminuye, y sientes una agradable sensación de calma y descanso.
Este proceso es similar al efecto de una ducha de contrastes, donde alternas entre agua caliente y fría. Además, estudios han demostrado que las duchas frías refuerzan tu sistema inmunológico.
Ayuda a la recuperación muscular
Sumergirse en agua fría puede ser un tratamiento eficaz para evitar la sobrecarga y las lesiones musculares, tan frecuentes entre los deportistas. Y es que el agua fría actúa como un antiinflamatorio, provocando una leve contracción muscular que ayuda a prevenir la inflamación. De hecho, muchos atletas incorporan duchas frías en su rutina de recuperación después de actividades físicas intensas.
activa la circulación
Si tienes problemas de circulación venosa, como varices o insuficiencia venosa crónica, seguramente ya sabes que las duchas frías son como un bálsamo para tus piernas. El efecto vasoconstrictor de la temperatura fría puede mejorar la contracción de las venas, facilitando un mejor retorno de la sangre al corazón. Por eso los baños parciales, como sumergir las piernas a media altura en el mar, son muy recomendables para mejorar su circulación.
Mejora el estado de ánimo
Ducharse con agua fría es un buen subidón para el ánimo por varios motivos.
El contacto con agua fría activa el sistema nervioso simpático, aumentando la liberación de noradrenalina en el cerebro, una hormona que dispara la sensación de alerta y la energía.
También eleva los niveles de endorfinas, las llamadas hormonas de la felicidad que en realidad son neurotransmisores que aumentan el bienestar.
Al mejorar la circulación sanguínea, el agua fría tiene efectos positivos en la oxigenación de los tejidos y la eliminación de toxinas, y esto te proporciona vitalidad.
La exposición al frío puede aumentar tu resistencia al estrés. Al enfrentarte a la sensación incómoda del agua fría, tu cuerpo es más capaz de manejar mejor el estrés.
Ducharse con agua fría antes de dormir también mejora la calidad del sueño porque ayuda a disminuir la temperatura corporal, lo que facilita la conciliación del sueño.
Refuerza las defensas
Las duchas de agua fría también fortalecen el sistema inmunológico. Un estudio publicado en la revista Plos One encontró que las personas que se duchaban con agua fría a diario experimentaban casi un 30% menos de enfermedades. Sorprendentemente, incluso una ducha fría de tan solo 30 segundos fue suficiente para observar este efecto protector.
¿La ducha fría ayuda a adelgazar?
No hay estudios que demuestren una relación entre las duchas de agua fría y la pérdida de peso. Lo que sí es cierto es que la temperatura fría provoca una contracción muscular que obliga al cuerpo a generar calor para compensarlo. Y para generar ese calor, el organismo consume glucosa y grasas. Por tanto, sí es cierto que ducharse con agua fría activa el metabolismo y hace que quemes más calorías. Y eso ayuda a perder peso.
Sin embargo, como todo, las duchas frías no son aptas para todo el mundo. Si estás enfermo, convaleciente, o padeces problemas cardíacos, es mejor evitarlo. Pero para una persona sana, puede ser una excelente forma de cuidar la salud.