Nuestra salud bucodental tiene muchas ramificaciones que la mayoría desconocemos. Al cuidar de nuestra boca no solo estamos cuidando de no tener caries. Hay numerosos estudios que relacionan esta vinculación.
Por ejemplo, se ha establecido que la periodontitis, los problemas de inflamación de las encías, afectan a la salud cardiovascular. También se relaciona con el alzhéimer. Ahora otra investigación japonesa ha encontrado nuevas relaciones entre la higiene bucal con la diabetes tipo 2.
Qué relación hay entre las encías y la diabetes
La relación entre la periodontitis y todas estas enfermedades está en las bacterias que provocan esta inflamación de las encías. Son unas bacterias muy agresivas que a través de las heridas que causan en las encías pasan directamente al torrente sanguíneo.
Estas bacterias pueden hacer que aumenten los niveles de azúcar en la sangre, dificultando el control de la diabetes. Esto es así porque pueden desarrollar resistencia a la insulina, la sustancia que ayuda a controlar el azúcar. Los bajos niveles de insulina son el detonante de la diabetes.
Esto no es nuevo. Hace ya más de treinta años que se estableció la periodontitis como una de las complicaciones de la diabetes, que se sumaba a otras como los problemas cardiovasculares o riesgo de pérdida de visión.
Y se trata de un problema que se retroalimenta. La infección gingival afecta al riesgo y empeoramiento de la diabetes. Y al revés, el hecho de tener diabetes puede influir en la aparición de periodontitis.
¿Qué pueden hacer los enjuagues?
En un estudio publicado por investigadores de la Universidad de Osaka han descubierto que cuando las personas con diabetes tipo 2 hacen gárgaras con un enjuague bucal antiséptico, disminuyen este tipo de bacterias dañinas.
“Has tres grupos de bacterias muy virulentas que se relacionan con enfermedades de las encías y buscamos la manera de cómo reducir estos tres tipos centrándonos en personas con diabetes tipo 2”, ha explicado el investigador Kazuhiko Nakano, primer autor del estudio.
Fueron analizando la sangre y la saliva a 173 pacientes a lo largo de una año mientras les pedían que mantuvieran una higiene bucal haciendo gárgaras. Al principio se pidió que las hicieran solo con agua. Sin resultado alguno.
Sin embargo, cuando se les cambió el agua por un enjuague bucal y siempre que lo utilizaran dos veces al día, los niveles de bacterias dañinas disminuyeron considerablemente. Eso supone que no circulaban por el torrente sanguíneo y no podían afectar a los niveles de azúcar.
La edad y el tipo de enjuague importan
La investigación también reveló otros resultados interesantes. Por ejemplo, que la edad es un factor determinante. Dividieron a los pacientes por franjas de edad. Los grupos más jóvenes tuvieron mayores reducciones en la cantidad de bacterias que los mayores. También el control del azúcar en sangre era mejor.
Tampoco el uso del colutorio se dejó al azar. No todos sirven. Tiene que ser un enjuague bucal antiséptico, es decir contiene clorhexidina. Un enjuague con ingredientes activos que atacan los microorganismo y no simplemente un enjuague para enmascarar el mal aliento.
Los colutorios, en general, no son necesarios para una buena higiene dental. La recomendación es que sea el dentista el que nos aconseje según el problema que tengamos.
Si no, en principio no se recomienda utilizarlos simplemente como precaución. Por su composición, los enjuagues pueden causar sequedad en las mucosas y desequilibrios en la flora oral.
Las conclusiones del estudio
El estudio debe ser confirmado con pruebas en grupos más amplios de voluntarios para aclarar mejor en qué franjas de edad son más efectivos y en qué cantidades se han de usar los enjuagues.
Deja, no obstante, una lección bien conocida. Es muy importante seguir una normas de higiene desde el principio para mantener a raya las bacterias de la boca. Si nos cepillamos los dientes tres veces al día y pasamos hilo dental al menos una vez, no deberíamos tener problemas.
No se va a formar la película en nuestra boca donde se acumulan estas bacterias que pueden crecer en exceso y provocar los problemas de caries y de inflamación de encías, entre otros.