Las malas posturas, el estrés y, sobre todo, pasar mucho tiempo en la misma posición (sentada o de pie) sin movilizar la espalda cargan especialmente las dorsales y los hombros.
Y esa tensión dificulta el riego sanguíneo en la musculatura de la zona, lo que puede acabar provocando una dolorosa contractura. Para no llegar a ese extremo, practica a diario (preferentemente al final de la jornada) los siguientes estiramientos.
Gracias a ellos, vas a notar como se relajan los músculos y actuarán como un bálsamo al final del día, cuando puedes sentir la espalda más cargada.
Otra cosa que también puede irte bien es colgarte de una barra. Hacerlo ayuda a aumentar el espacio de los discos que tenemos entre las vértebras, y esto hace que su columna se estire aún más. Antes, practica en el marco de una puerta: agárralo unos segundos pero sin colgarte (usa un taburete firme si no llegas). Irás ganando resistencia y fuerza.
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