Solemos recetar este suplemento cuando el trastorno conlleva una degeneración o lesión de una parte de las células del sistema nervioso (neuronas). El herpes zóster aparece porque el virus, el mismo que causa la varicela se queda en algunos nervios y se “activa” al cabo de muchos años, inflamando el nervio y causando una erupción.
Las vitaminas del grupo B (en concreto, B12, B6 y B1) participan en el proceso de regeneración del nervio lesionado por el virus, por lo que un suplemento, siempre bajo la supervisió de un médico, ayuda a la recuperación.
También es cierto que no es imprescindible hacerlo, siempre que esas vitaminas sean aportadas por la alimentación (rica, por lo tanto, en verduras y frutas frescas, y alimentos de origen animal como huevos, queso, almejas o caballa).
Además, conseguiremos cierta prevención respecto a uno de los efectos secundarios más molestos del herpes zóster, que es la neuralgia postherpetica: un dolor que persiste una vez el herpes ha desaparecido.