El vértigo es un trastorno del equilibrio que, en la mayoría de los casos (aproximadamente el 75%), tiene su origen en el oído interno. Esto se debe a que en esta zona se encuentra el nervio vestibular, una estructura fundamental para mantener el equilibrio.
El nervio vestibular forma parte del sistema vestibular, ubicado en el oído interno, que incluye los canales semicirculares y unas estructuras llamadas utrículo y sáculo que contienen unos pequeños cristales de carbonato de calcio (conocidos como otoconia u otolitos), que desempeñan un papel importante en la percepción del equilibrio.
Cuando estos diminutos cristales se desplazan de su posición normal, pueden migrar a los canales semicirculares, provocando una alteración en la función del sistema vestibular. Este desplazamiento de los cristales es lo que genera la sensación de mareo o vértigo característica de trastornos como el vértigo posicional paroxístico benigno (VPPB).
La técnica en tres pasos para aliviar el vértigo
La Dra. Carol Foster, de la Universidad de Colorado, ha desarrollado una técnica para tratar este tipo de vértigo. Su método consiste en una maniobra de tres pasos diseñada para reposicionar estos cristales desplazados y devolverlos a su ubicación original en el utrículo. De este modo, se consigue aliviar los síntomas del vértigo.
Esta técnica se basa en el principio de que, al mover la cabeza en ciertas posiciones , se puede guiar el movimiento de los cristales a través de los canales del oído interno hasta su lugar de origen, restaurando así el funcionamiento normal del sistema vestibular y aliviando la sensación de mareo.
Cómo controlar el vértigo recurrente
Si experimentas episodios frecuentes de vértigo, es probable que hayas aprendido a reconocer sus señales de inicio. Aunque es complicado controlar completamente este trastorno, existen varias medidas que puedes implementar para mitigar sus efectos:
- Movimientos conscientes: evita realizar movimientos bruscos o repentinos con la cabeza. Considera la práctica regular de taichí, conocido por mejorar la estabilidad y el control corporal. Caminar descalzo por la arena de la playa estimula los receptores propioceptivos de los pies y contribuye a mejorar el equilibrio general.
- Salud auditiva: presta especial atención al cuidado de tus oídos y toma medidas para prevenir infecciones como la otitis. Programa revisiones auditivas regulares para detectar de forma temprana cualquier problema en el oído interno.
- Salud visual: no descuides tu visión, ya que los problemas visuales pueden exacerbar los síntomas del vértigo. Realiza exámenes oftalmológicos periódicos para asegurar que tu visión esté en óptimas condiciones.
Ejercicio 1: Relajación
Busca un espacio silencioso y confortable en tu hogar y usa una alfombra suave o una toalla gruesa para amortiguar tus rodillas. Realiza este sencillo ejercicio en un entorno tranquilo y cómodo.
- Arrodíllate sobre la superficie acolchada y siéntate sobre tus talones, manteniendo la espalda recta. Coloca tus manos relajadamente sobre tus piernas.
- Con suavidad, inclina tu cabeza hacia atrás y, en esta posición, realiza cinco respiraciones profundas y lentas. Si notas que te mareas, mantén la mirada fija hacia adelante.
- Lentamente, vuelve tu cabeza a la posición inicial. Haz dos respiraciones pausadas en esta posición y repite la secuencia desde el principio.
Ejercicio 2: Si te da el vértigo prueba...
Arrodíllate e inclina tu torso hacia adelante, descansándolo sobre tus muslos. Baja tu frente hasta que toque suavemente el suelo.
- Con mucha delicadeza, intenta girar tu cabeza hacia un lado. Si notas que el mareo se intensifica, detén el movimiento y regresa lentamente a la posición inicial.
- Si te sientes cómodo, realiza un giro suave de la cabeza hacia un lado. Luego, con la misma suavidad, gira hacia el lado opuesto.
Todos los movimientos deben ser lentos y controlados. Evita cambios bruscos de posición: no te acuestes ni te levantes repentinamente.
Ejercicio 3: Incorpórate despacio
Después de realizar los ejercicios anteriores, sigue estos pasos para ponerte de pie de manera segura.
- Desde la postura de rodillas y con la frente en el suelo, muévete lentamente hasta quedar en cuatro apoyos (manos y rodillas en el suelo).
- En esta nueva posición, realiza suaves giros laterales con la cabeza. Mueve la cabeza lentamente de un lado a otro, prestando atención a cómo te sientes.
- Con cuidado, coloca tus pies firmemente en el suelo. Mantén las manos en el suelo si es necesario para estabilizarte. Adopta una posición de cuclillas, manteniendo el equilibrio.
- Desde la posición en cuclillas, comienza a levantarte muy despacio, prestando atención a tu cuerpo y a las sensaciones de equilibrio mientras te levantas. Tómate el tiempo necesario para sentirte completamente estable antes de moverte.