Los neurólogos hace tiempo que se plantearon cómo afecta la dieta al cerebro. Tenían claro que la dieta afecta al corazón. Hay alimentos cardiosaludables y otros que lo perjudican. Todo hacía pensar que ocurre igual con el cerebro.
La relación entre lo que comemos y la salud de nuestro cerebro no está aún bien explicada. Pero que no se sepa por qué pasa, no significa que no pase. Se ha visto que los bebés mal alimentados sufren trastornos mentales de adultos. Y que alimentos buenos para el corazón mostraban reducción en el riesgo de padecer enfermedades neurodegenerativas, como el alzhéimer.
Por tanto, ¿podemos mejorar la capacidad cerebral y la salud mental con la dieta? Según un informe de expertos de la Asociación Americana del Corazón, la respuesta es que sí. Y lo podemos hacer desde que la etapa fetal hasta la edad adulta.
La mejor dieta para el cerebro del niño
“Los efectos en el cerebro ya se nota en la dieta de la madre mientras el bebé se desarrolla dentro de ella”, ha explicado la doctora Rebecca MacPherson, profesora de la Universidad de Ontario, en Canadá. Es imprescindible que tenga una dieta rica en ácido fólico.
Es tan importante que los ginecólogos suelen recomendar suplementos. El ácido fólico o vitamina B9 está en la piña y otras frutas, los espárragos, los guisantes, los productos lácteos huevos y mariscos.
Madres que han tenido una dieta rica en grasas han tenido con más frecuencia hijos con trastornos como déficit de atención, ansiedad y depresión.
En la infancia, que la dieta incluya ácidos grasos omega-3 (sardinas, salmón, frutos secos) ha ayudado a que los niños tengan mejor rendimiento escolar.
“En esta etapa hay mucho crecimiento neuronal y una dieta rica en grasas saturadas, como mantequilla, embutidos, tocino, helados, y bebidas azucaradas, que promueven la inflamación, inhibirá ese crecimiento”, asegura la doctora MacPherson.
Cómo alimentar al cerebro adulto
Las recomendaciones siguen siendo válidas cuando el cerebro está completamente desarrollado en la edad adulta. Los ácidos grasos omega-3 mejoran el flujo sanguíneo al cerebro, la memoria y el bienestar mental.
Pero no se trata de que pensemos en buscar un alimento concreto que beneficia al cerebro, sino en tener una idea global de alimentación variada y saludable.
"Una dieta deficiente, rica en grasas saturadas, alimentos procesados y azúcar, puede resultar en un aumento de peso o adiposidad con el tiempo", advierte la doctora. Eso supone riesgo de diabetes y enfermedades cardiovasculares. “Estas enfermedades crónicas aumentan el riesgo de deterioro cognitivo del cerebro”, añade.
Por el contrario, esforzarnos por cambiar la dieta puede implicar un gran giro. No es fácil, “la gente está genéticamente programada para sentirse atraída por estas dietas de gratificación inmediata”, ha admitido el doctor Kevin Volpp, de la Universidad de Pensilvania (Estados Unidos) en este informe.
Cuál es la dieta cerebral ideal
En este sentido, en España tenemos suerte. Como admiten con envidia estos profesores norteamericanos, la dieta mediterránea es una de las más adecuadas para la salud cerebral. El hecho de que la tengamos tan a mano es importante y no lo debemos dejar escapar.
En sus países el problema es que las dietas poco saludables forman parte de su cultura y hábitos y es más difícil “desengancharse”. Nuestro problema es que seguimos su ejemplo aumentando los platos precocinados y los alimentos ultraprocesados en lugar de que ellos nos copien a nosotros.
Una dieta alta en grasas y azúcar, incluso a corto plazo, puede desencadenar inflamación cerebral. No está claro cómo esta inflamación afecta al cerebro, pero los estudios han encontrado relación con el deterioro cognitivo.
Otra dieta recomendada es la dieta DASH (creada para bajar la hipertensión) y que reduce drásticamente la sal y el consumo de carne roja y dulces. Promueve el consumo de frutas, verduras y lácteos descremados.
Y recientemente apareció la dieta MIND que es una combinación de la mediterránea y la DASH. Se basa en verduras de hoja verde, pescado, carne blanca, cereales enteros, nueces y aceite de oliva.
Un estudio de 2021 mostró que la dieta MIND conseguía mayor función cognitiva en enfermos de alzhéimer, a pesar del daño cerebral.