Dr. Kasahara, investigador japonés: "Comer peces pequeños enteros, con la cabeza, las espinas y los órganos, puede aumentar la esperanza de vida"

La OMS recomienda incluir pescado en la dieta dos o tres veces a la semana por su gran valor nutricional. Ahora, un estudio reciente concreta un poco más y destaca el poder de los pescados pequeños para alargar la vida.

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Eva Carnero

Periodista especializada en bienestar y nutrición

Actualizado a

Sardinas

El consumo de sardinas es bueno para la salud por su aporte en grasas saludables.

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Vivir más años y hacerlo de la manera más saludable posible es uno de los objetivos más deseados por la mayoría de la gente. Una meta solo alcanzable gracias al esfuerzo de la comunidad científica. Los estudios  llevados a cabo desde universidades y centros de investigación de todo el mundo persiguen la identificación de los principales factores que participan en el proceso de envejecimiento, así como los aspectos que frenan su avance. 

Uno de los más recientes ha encontrado evidencia científica de que el consumo de pescado pequeño y comido entero está vinculado con una reducción del riesgo de mortalidad en las mujeres japonesas. El trabajo, publicado en la revista Public Health Nutrition, fue realizado por el doctor Chinatsu Kasahara, el profesor asociado Takashi Tamura y el profesor Kenji Wakai de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nagoya en Japón.

Si son pequeños, mejor

Sin restarle importancia a los resultados obtenidos en estudios anteriores en los que se destacaba el papel del consumo de pescado en la longevidad, la peculiaridad de este nuevo estudio radica en el tamaño del pescado. “Pocos estudios se han centrado en el efecto de la ingesta de peces pequeños específicamente en los resultados de salud”, afirma el investigador principal, el Dr. Kasahara quien además expresaba su interés en este tema, ya que, desde que era niño tenía la costumbre de comer peces pequeños.

Un hábito que comparte con sus compatriotas, quienes suelen incluir pescados pequeños en su alimentación diaria. De hecho, es una práctica común consumir peces pequeños enteros, incluidas la cabeza, las espinas y los órganos, los cuales son ricos en micronutrientes, como el calcio y la vitamina A.  

¿Podemos extrapolar las conclusiones?

Con los resultados encima de la mesa, lo importante ahora es la cuestión de si las conclusiones obtenidas se pueden hacer extensivas a otros grupos de población que no sean las mujeres japonesas o si se limitan a este colectivo. En este sentido, uno de sus autores, el doctor Kasahara, opina que, "si bien nuestros hallazgos se realizaron solo entre los japoneses, también deberían ser importantes para otras nacionalidades".

De hecho, todo parece apuntar a que así es. Al menos es lo que se desprende de las palabras del profesor asociado Tamura: "El hábito de comer peces pequeños suele atribuirse a varios países costeros o marítimos, como Japón. Sin embargo, -continúa- sospechamos que la ingesta de peces pequeños en cualquier lugar puede revelarse como una forma de prolongar la esperanza de vida".

sardinas

Por tanto, por un lado tenemos la certeza que emana de los resultados obtenidos y que se refieren a la población femenina nipona; y por otro, tenemos a los investigadores responsables admitiendo la necesidad de hacer más estudios si se quiere hacer extensibles esos mismos resultados fuera del grupo investigado. "Se necesitan más pruebas para dilucidar el papel potencial de la ingesta de peces pequeños en el riesgo de mortalidad".

¿por qué pequeños?

Más allá de las cifras y conclusiones obtenidas, la cuestión ahora es ahondar en el asunto e intentar señalar las razones nutricionales por las que los autores del estudio aseguran que comer pescado pequeño entero prolonga la vida. 

En este sentido, el propio doctor Kasahara, señala que "los nutrientes y las sustancias fisiológicamente activas que encontramos exclusivamente en los peces pequeños podrían contribuir a mantener un estado de salud óptimo". Y añade: "De hecho, la relación inversa entre la ingesta de peces pequeños y el riesgo de mortalidad en las mujeres no ha hecho sino confirmar la importancia de estos alimentos ricos en nutrientes en la dieta de las personas”. 

también es más económico

Dejando a un lado el perfil nutricional del pescado pequeño y sus efectos en la salud, aspectos muy convincentes a la hora de comprar en la pescadería. Otro de los argumentos con más peso es el económico. Y es que, a pesar de las fluctuaciones que pueden experimentar los pescados, tanto los grandes como los pequeños, estos últimos siguen siendo más económicos y están al alcance de muchos más hogares que los peces mayores. De hecho, basta con acercarse a la pescadería y comparar precios. Es difícil, por no decir, imposible que un kilo de sardinas alcance o supere un kilo de rape. 

Versatilidad en la cocina

A sus bondades nutricionales y accesibilidad se suma otro valioso beneficio, su versatilidad en la cocina. Boquerones, sardinas, caballas, jureles, brecas y salmonetes se pueden preparar de mil y una maneras distintas. Uno de los ejemplos más claros son las sardinas, las cuales son el ingrediente principal de infinidad de recetas. 

Una de las técnicas culinarias más utilizadas con sardinas es a la parrilla, sobre todo en Galicia y en el sur, donde los espetos (plato típico de Málaga y Granada que consiste en ensartar sardinas en un palo) triunfan en bares, restaurantes y chiringuitos. Por otro lado, también es muy habitual comerlas marinadas o en la sartén.